Siempre que pensamos en darle un toque de color a un dormitorio, pensamos en pintar las paredes de un tono diferente o cambiar el edredón, la colcha o la funda del nórdico correspondiente, hay quien decide arreglarlo con unos cojines y algún otro pequeño detalle... Pero hay opciones más atrevidas y originales, como por ejemplo, comprar una cama de color.
Evidentemente para dar el paso hay que estar muy seguro de que el color elegido es y será de nuestro gusto durante bastante tiempo, porque la inversión es considerable y para cambiarlo, habría que cambiar de cama o bien volver a tapizarla por completo, lo cual tampoco saldría barato, pero si hay un color que nos guste especialmente... ¿por qué no atreverse?
En concreto el amarillo es un color que no deja indiferente a nadie, a unos les encanta y a otros les horroriza, incluso hay quien lo asocia con mala suerte y ciertas supersticiones, pero hay que reconocer que es un color alegre y luminoso, que transmite fuerza y energía, en cuanto al rosa... para un dormitorio de matrimonio yo no lo veo muy claro, pero tal vez para un cuarto juvenil, hay muchas chicas amantes del rosa en todas sus tonalidades, además es un color de moda.
Si no nos atrevemos con algo tan intenso, podemos optar por tonos más convencionales, marrón, pero en vez de en madera tapizado, el chocolate está entre los colores tendencia de temporada, también lo es el gris, aunque a mi me parece un poco triste, pero siempre se puede alegrar con los complementos, verde, azul, violeta... También los más clásicos, blanco y negro, hay camas prácticamente de todos los colores y si no encontramos alguna estoy segura de que la podemos encargar a nuestro gusto, todo es cuestión de decidirse.
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