Algo en los objetos del pasado siempre resultó inexplicablemente atractivo: es el encanto de lo conocido y lo vivido, convertido en materialidad. Ikea lo sabe y se ha subido al tren de ese recuerdo restaurado con una colección de utensilios de cocina al estilo vintage que casi desprende olor a casa de la abuela.
Con formas suaves y evocadoras de diseños de antaño, en materiales aparentes y acabados que susurran nostalgia, estos utensilios transmiten ese gusto elegante por lo simple y útil. Porque hay una estética que no pasa de moda: la que huye de los estridencias y abraza lo sencillo con elegancia silenciosa. Se trata de la colección Kössebar.
Utensilios de antes
El diseño retro de estos utensilios y accesorios rehúye las modas efímeras para recuperar estilos que parecían descartados, demostrando que la cocina puede ser también una galería de objetos bellos, además de funcionales. Ikea ha apostado por esa sencillez estética sin pretensiones, pero con personalidad, algo de lo que a veces se quejan los detractores de la multinacional.
Un momento armonioso
Además, la colección remite a un momento en que la cocina era armoniosa, práctica y sentimental. No exagera; solo reúne lo que recuerdas de una cocina acogedora, esa en la que cada utensilio parece tener historia, aunque la compres hoy mismo en tienda.
Es notable cómo Ikea rescata ese sentir pero con precios hoy en día accesibles, adaptando estética vintage a la cotidianeidad a cambio de una durabilidad que no se espera que sea para toda la vida.
Ese utensilio especial no busca solo adornar: busca reinstaurar un detalle casi perdido: que cocinar y servir pueda resultar una experiencia estética, memorable y reconfortante.
La pieza top
Entre las piezas que más han conquistado a quienes ya la vieron, destaca un utensilio específico que atrapa miradas y corazoncitos: un estante de secado de alimentos con dos bandejas, de menos de 18 euros, que imita la madera antigua, pero que es de bambú y que inspira hasta a los cocineros menos sentimentales a querer experimentar.
Es esa pieza flechazo: no solo cumple una función, sino que mira y dice “acompáñame a tu cocina”, y lo hace con todo el abrazo de lo antiguo, con el cuidado de las abuelas.
Esta colección es un recordatorio de que lo pasado no siempre es viejo: puede ser actual, funcional y, lo más importante, capaz de robarte el corazón, cucharón vintage incluido.
Foto | Ikea
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