Más de uno os habréis preguntado al leer el título de este post: “¡Ah! ¿Pero no eran lo mismo?” Así que obedeciendo a mi deber y optando por el servicio público, voy a aclararos un par de cosas para que podáis elegir bien a la hora de redecorar vuestras paredes con cualquiera de estos dos productos.
La primera diferencia importantísima entre las pegatinas de la pared y los vinilos está precisamente en que las pegatinas se fijan a la pared con pegamento mientras que los vinilos lo hacen gracias a la electricidad estática. A efectos prácticos esto se traduce en que es más fácil poner y quitar los vinilos ya que, entre otras cosas, se pueden aclarar con agua y reutilizar o reubicar en el caso de que cambiéis la decoración sin dañar la pared.
Otro factor importante es el precio. Las pegatinas son sensiblemente más baratas que los vinilos. Para que os hagáis una idea, mientras que las pegatinas cuestan unos 10 euros, un vinilo del mismo tamaño cuesta unos 30 en total.
La duración de ambos productos es distinta, y aunque la pegatina no tiene por qué presentar ningún problema, el vinilo tiende a ser más resistente al paso del tiempo precisamente porque puedes aclararlo y volverlo a pegar sin que sufra la pared o la superficie donde lo hayas puesto.
Los vinilos son más difíciles de romper. Evidentemente, si te lo propones, vas a poder romper un vinilo, pero según mi experiencia las pegatinas son más delicadas debido a que el hecho de despegarlas de su lámina ya conlleva el peligro de hacerles pequeñas roturas. Ten cuidado.
La verdad es que las pegatinas son más coloridas e incluso cabe la posibilidad de que estén impresas en varios colores, como las de Ikea. Los vinilos sin embargo permiten tramas más trabajadas por su menor fragilidad pero suelen ser más monocromáticos.
Imagen vía | Miraentuinterior
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