Me confieso una fiel amante de los péndulos. No sé si leer en la infancia a Edgar Allan Poe ha influido en mi, pero creo que nada más hogareño que el tic tac o el carillón de un reloj antiguo. Me gustan todos (bueno, casi, hay relojes espantosos). Pero el placer que me produce abrir las puercitas de detrás y ver una maquinaria moviéndose con la precisión imprecisa de los relojes antiguos es difícil de superar.
Los relojes de columnas negras de ébano con sus esferas de porcelana blanca y sus detalles dorados, los relojes ingleses Bracket con sus fabulosas aplicaciones o marqueterías de palo de rosa en las cajas de caobas rubias o más rojizas, esas cajas brillantes de nogal y roble.
Los relojes holandeses con forma de casa y pinturas en el frontal o los morez franceses con cajas que parecen ataudes, o más bonitos con todo al aire. Los rococó con sus fabulosos bronces de escenas bucólicas y las guarniciones de porcelana y bronce, como perpetuo recordatorio de palacios versallescos con enormes chimeneas de marmol, venidos a menos en las casas modernas, que nada tienen de palaciegas.
Mención especial para los relojes alemanes y suizos, aun recuerdo mi emoción la primera vez que visité la Selva Negra, al ver tantos relojes colgados por todas partes con sus cucos, auténtica artesanía hecha precisión para recordarnos que no somos libres, que rigen nuestras vidas.
Por último, pero no menos importantes, los nuestros. La relojería española es famosa por su perfección y me confieso admiradora del maestro relojero Losada, artífice del reloj que marca nuestros años. Efectivamente, el Reloj de la Puerta del Sol, donde, marineros, soldados, solteros y casados... hacemos por una vez, algo a la vez.
José Rodriguez Losada era un militar que se exilió tras el Trienio Liberal. Huyó a Francia y posteriormente llegó a Londres donde había muchos exiliados liberales. El trabajo que pudo conseguir fue de mozo en una relojería y allí, no sin esfuerzo, consiguió subir hasta Oficial relojero y posteriormente Maestro Relojero, abriendo su relojería en Regent Street 105. Regresó a España donde realizó muchos relojes y también inventó el famoso cronómetro marino de Losada.
En fín, Losada, Manuel Gutierrez y sus fabulosos relojes esqueletos, relojes alfonsinos, que retratan la alta burguesía española de la época, relojes de maderas claras Art Decó en una Cataluña modernísta o de forja hechos con artesanía. Diminutas piezas cuidadosamente colocadas con el encanto de la tradición. Podéis encontrarlos en anticuarios, chamarilerías o ferias vintage y darán un diferente a cualquier rincón.
¿Os gustan los relojes antiguos?
Imágenes | Ste Odile, Colección Museo Cerralbo En Decoesfera | Antigüedades con encanto para decorar