La cocina forma parte del corazón de la casa. Casi más importante (o igual) que el salón, la cocina tiene que ser un lugar de trabajo cómodo, práctico y funcional. Es decir, uno de esos sitios en los que entres y te den ganas de hacer lo que tienes que hacer: cocinar.
En este caso, lo que hoy es el rincón más admirado del hogar, fue durante años una estancia olvidada, con mobiliario original de la promoción y un almacenamiento claramente insuficiente para el ritmo de vida actual. Pero todo cambió gracias a una reforma bien pensada que combinó estética, funcionalidad y pequeños gestos estratégicos con un gran resultado.
De cocina anticuada a espacio protagonista
Cuando Conchi decidió reformar la cocina de su vivienda, sabía que no bastaba con un simple cambio de muebles. La cocina original, con más de dos décadas a sus espaldas, presentaba una distribución poco práctica y una notable falta de capacidad de almacenaje. Sus muebles, aunque robustos, habían quedado totalmente desfasados tanto en diseño como en funcionalidad.
La prioridad era clara: ganar orden, luz y sensación de amplitud sin necesidad de modificar la estructura original. La cocina tiene la típica forma rectangular tan común en las viviendas españolas, y conservar esa geometría era fundamental para no encarecer la reforma. El objetivo era transformar sin derribar.
Uno de los aciertos clave del proyecto fue incorporar un sistema de almacenaje en puente. Este recurso, a menudo infravalorado, permitió ganar espacio de almacenaje en la parte superior de la cocina, sin restar ligereza visual. Gracias a él, Conchi dispone ahora de más capacidad para organizar menaje, productos de despensa o pequeños electrodomésticos, manteniendo las superficies despejadas y el orden bajo control.
Una combinación de blanco y madera
En la elección de materiales y acabados, Conchi apostó por una dupla infalible como el blanco y madera. El mobiliario blanco aporta claridad, refleja la luz y amplía visualmente el espacio, mientras que los toques de madera natural suman calidez y carácter sin recargar. El resultado es una cocina atemporal, elegante y acogedora, donde apetece pasar tiempo, cocinar o compartir momentos en familia.
El toque final que redondea esta transformación es la elección de los materiales de superficie. Conchi optó por una encimera porcelánica en tonos claros, un material de gran resistencia y estética contemporánea. A juego, se revistió el frontal de la cocina con el mismo acabado, lo que genera un efecto visual de continuidad que alarga y unifica el conjunto.
Como detalle destacado, tanto la grifería como el fregadero se eligieron en tonos que armonizan con la encimera, aportando una sensación de unidad estética que demuestra que en decoración, los pequeños detalles marcan la diferencia. Una preciosidad.
Fotografías | Vía @transformadecoracionyreformas
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