A juzgar por la cantidad de viviendas que el arquitecto belga Bruno Erpicum realiza en España no sé si será que el amor del belga por nuestro país ha ido en aumento con el paso de los años, o si los españoles nos hemos convertido en adictos a sus casas blancas y luminosas.
Después de estudiar proyectos por toda España de AABE (Atelier d´Architecture Bruno Erpicum & Partners) me he quedado prendada de las villas que ha realizado en las islas Baleares. En este caso vamos a ver la reinterpretación de la casa típica ibicenca al estilo Erpicum.
Lo primero que llama la atención de Can Durban es la armonía de son la que Bruno Erpicum dispone los espacios. Se trata de una vivienda payesa, que sus propietarios quisieron ampliar, sin perder su origen ni el entorno agrícola. La ampliación se hizo en el año 2000, y sus 300m se conciben como un refugio para sus propietarios.
Las ventanas no tienen marco para ofrecer una vista totalmente abierta del mar, el cielo, y el paisaje. La piedra de las paredes y suelos simbolizan la necesidad de continuación de la tradición payesa, que se adecua al clima y las circunstancias, unida a la necesidad de los turistas que se enamoran de la isla Pitiusa de disfrutar cada puesta de sol, cada movimiento de los árboles y cada amanecer.
La vivienda está formado por dos estructuras: la más grande es la casa en si de los propietaros, mientras que la zona más pequeña es una casa de huéspedes. El patio de la casa está parcialmente cerrado y se ubica entre ambas viviendas, invitados y propietarios, lo que consigue que las dos tengan más independencia e intimidad.
El patio está escondido de miradas de curiosos, a que está un poco hundido, aprovechando el desnivel del terreno, lo que también asegura que en caso de fuertes vientos, será un lugar resguardado. También se ha pensado en la necesidad de un techo, pequeño, en la zona del patio, así que hay un pequeño porche, donde se ubica la mesa de comedor de mosaico.
La casa está amueblada con con pocas cosas pero muy bien escogidas. No da en absoluto sensación de vacío o minimalismo frío, sino que la utilización de revestimientos de madera personalizados, esculturas figurativas y el uso continuado de la piedra, que comprenden la mayor parte de los objetos interiores, dan un toque muy acogedor.
La piscina, lejos de esas infinitas de nueva generación, se ha construido aprovechando el antiguo pilón de piedra donde bebían los animales.
Es la interpretación de Bruno Erpicum de lo que antaño fue una sencilla vivienda payesa.
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