A lo largo de los años vamos acumulando viejas piezas de loza que quedan descabaladas. A medida que se van rompiendo las tazas de un conjunto, empezamos a preguntarnos si seremos capaces de tirar la última, esa taza que por suerte o mayor robustez ha quedado huérfana. Y así, a lo largo de los años, al fondo de una vitrina escondemos un conjunto heterogéneo al que no sabemos como dar salida.
Hace poco fechas vimos como convertirlas en un candelabro, en esta ocasión se transforman en una curiosa lámpara.
Para hacerlo posible hay que comprar tantos casquillos como tazas queramos tunear y varios metros de cable eléctrico adecuado. Calcularemos bien cuantos metros vamos a necesitar para no quedarnos cortos de material.
Con una broca taladraremos la base de la taza teniendo cuidado de no romperla. Suele ser conveniente cubrir la parte a agujerear con cinta de carrocero o desconchar un poco con la broca el punto sobre el que vamos a taladrar. De esta manera nos aseguraremos de no quebrar la cerámica.
Una vez realizados los agujeros, pasaremos por ellos el cable eléctrico y colocaremos los casquillos. Se pueden utilizar de una en una o agrupándolas en racimo.
Vía | Apartment Therapy