Hay colores que gritan la palabra 'Navidad' desde lejos. El rojo, el verde, el dorado o el plateado son tonalidades que visten nuestros hogares de cara a esta época del año tan especial. Sin embargo, una nueva tendencia acaba de aterrizar en el mundo de la decoración y se integra en los adornos navideños como un color por excelencia, más sereno y profundamente cálido de cara al nuevo 2026.
La tendencia navideña de 2025 tiene un protagonista inesperado: los tonos tierra. Mocha, terracota, cacao suave, champán dorado, bronce apagado… colores que parecen extraídos del bosque y que aportan a la decoración navideña una atmósfera acogedora, íntima y sensorial, muy alejada del brillo estridente y del contraste clásico verde-rojo. Esta corriente no solo es estética, es emocional. La Navidad se vuelve más calmada, más natural, más “hogar”.
Un estilo que nace de la naturaleza
El auge de la decoración orgánica y del “quiet luxury” ha impulsado esta manera de decorar. Los tonos tierra encajan a la perfección en esta búsqueda de ambientes tranquilos que recuerden a una cabaña invernal iluminada por velas.
Las esferas de madera, las cintas de lino tostado, las coronas con ramas sin teñir y los adornos de cerámica artesanal protagonizan composiciones que parecen sacadas de un invierno escandinavo, donde el color del fuego, la nieve por las ventanas y el café de la mañana se fusionan en un ambiente de Navidad.
La tendencia de un nuevo color
El color mocha mousse (un marrón cálido, sutilmente achocolatado) ha sido elegido por referentes del diseño como una de las tendencias clave para esta temporada. En conjunto con él, se combinan verdes desaturados, beiges, terracotas y metales apagados como el bronce o el dorado champán, lo que crea un ambiente muy natural y conectado con la tierra. Pero, ¿cómo ha llegado a ser la nueva tendencia?
Transmite calma
En un mundo saturado de estímulos, pantallas y agendas apretadas, los tonos tierra actúan como un reposo visual. Suaves, envolventes y profundamente naturales, evocan la quietud de un bosque en invierno o la calidez de una taza de cacao caliente frente a la chimenea.
Al integrarlos en la decoración navideña, la casa deja de ser un escaparate de brillo y se convierte en un refugio emocional. Estas gamas cromáticas amortiguan la luz, suavizan los contrastes y generan una sensación de serenidad que acompaña perfectamente las reuniones familiares y los momentos íntimos del final del año.
Armoniza con cualquier interior
Una de las grandes virtudes de esta paleta es su capacidad para adaptarse a todo tipo de espacios. En un piso nórdico, los marrones suaves y las terracotas complementan la madera clara y la estética minimalista, en una casa rústica, potencian aún más la presencia de las vigas antiguas, los suelos recuperados y los textiles de lana.
Y en un apartamento moderno o industrial, estos colores rompen la frialdad del metal o el hormigón, añadiendo un contrapunto cálido y orgánico. No compiten con el estilo arquitectónico: lo abrazan y suavizan, permitiendo que cada hogar encuentre su versión más acogedora de la Navidad.
Evoca un lujo silencioso
El lujo de hoy no es estridente ni brillante: es táctil, calmado y honesto. Los tonos tierra se relacionan directamente con esa idea de elegancia discreta. Permiten trabajar con acabados mate, cerámicas artesanales, cintas de lino y ornamentos de bronce viejo que aportan sofisticación sin caer en lo ostentoso.
El brillo se sustituye por el resplandor tenue de las velas y la textura de las piezas hechas a mano. Es una estética que comunica confort, refinamiento y sensibilidad, más cercana a un boutique-hotel en la montaña que a los escaparates saturados de luces.
Cómo aplicar esta tendencia en casa
Cambia el rojo por la terracota
No se trata de eliminar el color, sino de transformarlo. Sustituir el rojo tradicional por terracotas, marrones rojizos o tonos canela aporta una calidez instantánea. Un simple lazo en tejido tostado puede convertir una corona clásica en una pieza mucho más elegante. También funcionan muy bien las cintas de terciopelo color arcilla, que añaden una textura sofisticada y atemporal.
Decora con madera
La madera es el material que mejor dialoga con esta paleta. Las esferas talladas a mano, estrellas de pino, colgantes en forma de casitas o figuras minimalistas aportan naturalidad y un aire artesanal muy valioso. Puedes combinarlas con ramitas anudadas, adornos de corteza o pequeñas piezas torneadas para lograr un árbol que parece salido de un taller nórdico. La madera no solo decora: cuenta una historia.
Apuesta por la luz cálida
La iluminación es el verdadero hilo conductor de esta estética. Las velas en tonos miel, las guirnaldas de luz ámbar y los portavelas de cristal efecto ahumado ayudan a crear un ambiente íntimo y envolvente. En esta tendencia, la luz no debe deslumbrar, sino acunar. Colocar velas de diferentes alturas sobre una bandeja de madera o un manto de abeto seco genera una composición navideña tan sencilla como impactante.
Crea capas de textura
La clave de esta tendencia no es solo el color, sino la sensación que transmite. Añadir mantas de lana merina, cojines de borreguito, caminos de mesa rústicos o alfombras de yute multiplica la sensación de abrigo. Las texturas invitan a tocar, a permanecer, a sentirse cómodo. Una decoración en tonos tierra, combinada con textiles suaves, consigue que cada estancia se sienta más cálida y vivida, como un abrazo invernal.
Fotografía de portada | Amber Lewis
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