Cada vez que hay un periodo vacacional, me echo a temblar. Amigos o parientes con más o menos buena intención se apresuran a irrumpir en las tiendas de recuerdos y se pertrechan con los regalos típicos de su lugar de retiro para regalármelos. Seguro que hay más de uno y más de dos lectores de Decoesfera que están en la misma situación y que no saben cómo decir que no a ese obsequio que probablemente ha sido comprado con amor pero que no cuadra en absoluto con el resto de la decoración de la casa. Hoy quiero repasar con vosotros los cinco peores souvenirs que han llegado a mis manos en los últimos tiempos:
5. Imanes para la nevera. La variedad es amplísima pero el buen gusto es una de sus carencias en la mayoría de los casos. Si alguien quiere personalizar la nevera,lo mejor que puede hacer es buscar los consejos que os hemos dado por aquí y pasar de los imanes que aportan poco y que al final acaban cayéndose en cualquier movimiento brusco.
4. Un globo de nieve. Lo cierto es que cuando era pequeña, los globos de nieve me fascinaban. Estaban ahí quietos pero a poco que lo agitaras, ahí tenías, un paisaje nevado y precioso. Si en el pasado estos globos eran lo más, aprovecho este post para reivindicar una muerte digna para estos souvenirs, que si bien no son lo peor que te puedes topar, sí que superan los límites del buen gusto en muchos casos. Sólo aptos para coleccionistas.
3. Fantasía en cerámica. Un plato de cerámica, pase; un cenicero de cerámica, bueno; pero de ahí a las fantasías cerámicas que se han visto por ahí hay un tramo muy grande. Decoesfera dice no a zuecos, cestas, campanas, zapatos… y todos los elementos sin personalidad que lo único que aportan es una inscripción hecha con rotulador indeleble en la que se lee “recuerdo de …”. Si te regalan una figura que mide más de un metro, como las Estatuas de la Libertad de la foto bajo estas líneas, es para retirarle la palabra ipso facto aunque la figura sea bonita.
2. Velas. No es que odie las velas, pero es que una vela en la que se ha serigrafiado una fotografía de un lugar y ni siquiera es aromática ni decora ni tiene ninguna utilidad más allá de encenderla las noches de apagón.
1. Souvenirs hechos con conchas. Estos son los que menos me gustan y abundan en las tiendas de recuerdos de cualquier lugar con playa que se precie. Desde ceniceros a lámparas, pasando por espejos o cualquier cosa que pueda ser recubierto de conchas, la gama es inmensa, pero su buen gusto deja que desear. Los artículos decorativos fabricados con dientes de animales entran en esta categoría, especialmente si los dientes son del tamaño de dientes humanos, ¡el horror!
Por supuesto esta es mi lista, seguro que vosotros tendréis la vuestra, así como vuestra propia historia de souvenir escondido hasta que el “regalante” aparece por vuestra casa. Como siempre, estaremos encantados de que nos contéis vuestra historia en los comentarios.
Imagen vía | Henry Bloomfield y Sister 72
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