Quienes tenemos hijos seguro que en alguna ocasión los hemos sorprendido intentando dejar su huella artística en nuestros muebles o paredes. Después de explicarles que nos gustan mucho sus dibujos y sugerirles que la próxima vez los hagan sobre un papel, llega la peor parte: intentar borrarlos.
Esto es todo lo contrario de lo que hizo la decoradora Pamela Bell, decidida a que sus hijos de 13, 11 y 7 años, tomaran parte activa en la decoración de su hogar. Convencida de que la casa pertenece tanto a ella como a sus hijos, dejó que estamparan sus delicados sillones, con el resultado que vemos en las imágenes.
Su hija Elenore presentó este elegante sofá de muselina como proyecto de arte en su escuela. El contraste entre el estilo clásico de este salón y los graffitis impresos en esta pieza es más que evidente.
Imagino que estas criaturas serán la envidia entre sus amigos... Y tu ¿te atreverías a dejar los rotuladores cerca de tu sofá?
Vía | The New York Times
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