El mejor abono líquido casero para unas plantas verdes y resistentes

Este abono líquido casero, hecho con materia orgánica, mejora el crecimiento de tus plantas y cuida el medioambiente al mismo tiempo

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Joana Costa

Editor

Hay plantas que, por más mimos que reciban, no levantan cabeza. Las riegas, las cambias de lugar, incluso les hablas y cantas y nada. La buena noticia es que a veces no es cuestión de amor, sino de nutrientes esenciales. Un empujoncito natural puede marcar la diferencia entre una maceta apagada y un pequeño vergel casero.

Además, no hace falta lanzarse a comprar fertilizantes industriales con nombres impronunciables y precios que duelen. Existen formas sencillas —y bastante efectivas— de preparar abono líquido en casa usando lo que ya tienes en el jardín o la cocina. Más ecológico, más barato y, si se hace bien, muy potente.

El valor de los restos orgánicos

Este tipo de fertilizante se elabora a partir de restos orgánicos que se descomponen lentamente en agua. El resultado es un líquido oscuro y concentrado que nutre la tierra y fortalece las plantas desde la raíz. Suena a alquimia de pueblo, pero en realidad es pura biología aplicada.

Para preparar este abono solo necesitas unos pocos elementos, nada que implique una expedición al Amazonas. Lo básico: una botella limpia, un recipiente hermético, agua (si se quiere acelerar el proceso) y materia verde bien fresca. Las mejores opciones suelen ser ortigas, helechos, malezas o recortes de césped recién cortados.

También puedes añadir materia seca: hojas viejas, estiércol animal, compost de jardín o un poco de heno. La combinación de verde y seco equilibra la descomposición y potencia la liberación de minerales. Lo ideal es recolectar estos materiales desde verano tardío hasta principios de otoño, cuando las plantas tienen más nutrientes.

Paso a paso: cómo prepararlo

Para prepararlo, basta con recolectar cuidadosamente la materia orgánica que tengas a mano —hojas, tallos, recortes de césped o compost (ideal de las podas otoñales)— y colocarla dentro de un recipiente hermético, presionando bien para que quepa la mayor cantidad posible. 

Si quieres acelerar la fermentación, puedes añadir agua hasta llenarlo. Después, tapa el recipiente para evitar que se seque o entre lluvia y colócalo en un lugar exterior, donde pueda reposar sin molestias.

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A partir de ahí, solo queda tener paciencia. Revisa el contenido cada semana: cuando notes que la materia se ha descompuesto y que hay un líquido oscuro, el abono estará listo. Cuélalo y guarda el líquido resultante en una botella limpia. No olvides etiquetar la botella, así evitarás confusiones peligrosas en la cocina.

Este líquido puede conservarse cerrado durante unos tres meses, aunque si lo guardas en un lugar oscuro y seco puede durar hasta un año. Si notas que el recipiente se hincha, libera los gases lentamente antes de volver a cerrarlo.

Cómo usarlo correctamente

Este fertilizante no se usa directamente, sino diluido. Como huele a fermento potente (por decirlo suave), conviene preparar la mezcla con guantes puestos y en un lugar ventilado. Si preparaste el abono sin agua, diluye una parte de líquido en 20 de agua, pero si lo hiciste con agua o usaste estiércol, diluye una parte en 10 de agua.

La mezcla final debe tener un color marrón suave, parecido a un té muy ligero. Colócala en una regadera y aplícala directamente sobre la tierra, no sobre las hojas. 

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Como este abono es más suave que uno comercial, se recomienda aplicarlo con más frecuencia. Para plantas pequeñas y flores de temporada, basta con usarlo cada 15 días. Para hortalizas, aromáticas y plantas de interior, puede aplicarse incluso en cada riego, siempre diluido.

Los árboles y arbustos, por su parte, no requieren tanta constancia: bastará con una aplicación mensual. Si se usa correctamente, este fertilizante mejora la resistencia, acelera el crecimiento y aporta un verde intenso a hojas y tallos.

Además de nutrir tus plantas, preparar abono líquido casero reduce residuos y evita el uso de productos químicos innecesarios. Es una manera sencilla de cerrar el ciclo natural: lo que antes era maleza, ahora alimenta la vida vegetal de tu jardín o balcón.

Fotos | Pexels/IA

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