Cuando supe que iba a alojarme en el londinense Hotel St. Pancras Renaissance y vi las fotografías de su fachada, no pude evitar pensar que parecía Hogwarts. Más tarde, una vez allí y realizando una gira por sus habitaciones, supe que no iba muy desencaminada, ya que en el año 2002 se rodaron allí algunas escenas de Harry Potter y la Cámara de los Secretos. La fachada del hotel es impresionante y no deja indiferente, tanto si se contempla desde la calle, como si se está bajo su puerta principal, antaño vía de entrada de carruajes.
El edificio, en aquel entonces llamado Midland Grand Hotel, fue diseñado por Sir George Gilbert Scott para recibir a los más ilustres pasajeros que llegaban a la estación de St. Pancras, y fue inaugurado en 1873 por la Reina Victoria. Durante años permaneció cerrado, negociándose la posibilidad de hacer renacer un gran hotel de lujo, y por fin, en el pasado mes de mayo, el hotel St. Pancras Renaissence volvió a llenarse de vida de nuevo.
El edificio es un ejemplo de arquitectura de estilo gótico victoriano, con fachadas de ladrillo rojo, tejados de pizarra cuajados de ventanas abuhardilladas, una impresionante torre del reloj, y una torre principal que se levanta majestuosa sobre la puerta de entrada.
El interior del hotel va en consonancia con la impresionante fachada, guardando celosamente tesoros como la cúpula abovedada o la gran escalera, que merecen un lento paseo para una detallada observación. La entrada se realiza bajo la torre central, llegando al vestíbulo, un espacio que articula tres zonas diferenciadas del hotel: Booking Office Bar & Restaurant, la antigua sala de taquillas convertida en elegante cafetería; St Pancras Chambers, con lujosas suites que conservan la arquitectura original decoradas en estilo contemporáneo; y Barlow House, con habitaciones amplias, cómodas y modernas.
El vestíbulo
El vestíbulo está enclavado en la antigua entrada hasta la que llegaban los coches de caballos, y todo en ella recuerda a su primitiva función como estación de ferrocarril. Una cuidada restauración mantiene intactos los muros y detalles arquitectónicos, mientras que el lobby se articula en trono a grandes mostradores y una zona de estar con asientos y mesas de estilo contemporáneo. La luz entra a raudales por el techo acristalado, sujeto por una trabajada estructura metálica, que por momentos nos hace pensar que estamos al aire libre.
Booking Office
A un lado se accede a la zona más activa del hotel, Booking Office, una enorme nave de techos altos, en la que predomina el ladrillo rojo. La barra se ha construido sobre las viejas taquillas, una joya de madera labrada que se conservan en perfecto estado.
Una mesa central alta, rodeada de taburetes, se convierte en objeto de deseo durante el desayuno. A su alrededor, mesas bajas y cómodos sillones forman numerosos espacios de tertulia, en los que predomina el cuero oscuro. Por sus ventanales se puede observar el trasiego de la enorme estación de St. Pancras, una moderna estructura que es la puerta de Europa, punto de salida y llegada del Eurostar.
St Pancras Chambers
Un paseo por St Pancras Chambers nos deja con la boca abierta, admirando la esmerada restauración que conserva las preciosas pinturas de paredes y techos y recrea los papeles pintados de la época; sus pasillos están cuajados de suntuosas puertas con manillas imposibles, zonas de acceso restringido, pasillos interminables cuyos techos guían el camino con bellas pinturas, y por último, vertebrando el espacio la escalera, una zona mágica e impactante, coronada por una espectacular cúpula pintada en tonos verdes y amarillos. A lo largo de su recorrido, los grandes ventanales en vidriera filtran la luz, ofreciendo aspectos dramáticos a cada hora del día.
En uno de sus rellanos se encuentra el mural de Thomas Wallis Hay, una joya pintada en una gran hornacina que permaneció oculta tras capas de yeso durante años, saliendo a la luz y siendo restaurada durante la reforma.
Las suites presumen de techos altos, aunque no todas son de gran tamaño, resultando acogedoras. Divididas en una zona de dormitorio, vestidor, zona de estar, y baño, la característica común está en la adecuación de una decoración moderna y sobria a un tiempo, dentro de una arquitectura antigua y singular. Cada una de las suites tiene una decoración diferente, con camas altas y rotundas, que se convierten en el centro del dormitorio. Detalles espectaculares, como grandes espejos con marcos que imitan los rayos del sol, aportan un sosegado dramatismo, equilibrando los grandes volúmenes de las paredes.
Sobrios cabeceros de madera y cuero, y delicadas sedas en los cojines acunan el sueño en estas suites. Las ventanas merecen capítulo aparte, ya que tras los livianos visillos se dejan ver las siluetas de imponentes ventanas en arco.
Quedan aún más cosas que ver en este hotel mágico e intrigante, en los próximos días pasearemos por Barlow House y seremos invitados de excepción en la Suite Royal reservada a embajadores, estadistas, y por supuesto a los lectores de Decoesfera.
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