Hoy estoy contento, tanto subir ha merecido la pena y al final hemos llegado a una de las plantas más bonitas del Hotel Puerta América: la décima.
No es por menospreciar al resto, hay algunas más que interesantes, como la de Norman Foster o la de Richard Gluckman, pero la planta diseñada por Arata Isozaki destaca sobre el resto como una rosa entre las espinas.
La decoración responde exactamente a lo que uno desea encontrar al llegar al hotel. Un lugar donde descansar, donde relajar la mente y los sentidos después de un largo día de ver y pensar.
Imprescindible descalzarse al entrar.
Arata Isozaki
La mayor virtud de este arquitecto japonés —o al menos, la más reconocida— es la de saber fusionar con maestría el estilo oriental y el occidental. Además, es algo que siempre ha estado presente en su obra desde que fundara su estudio (Isozaki & Associates) en 1963 después de haber sido discípulo de Kenzo Tange, uno de los arquitectos más prestigiosos de la historia nipona.
Sus primeros proyectos eran grandes estructuras orgánicas asociadas a la idea de tecnología, pero en 1970 retomó el camino de la arquitectura moderna, empleando las formas geométricas puras en la composición.
Ha proyectado muchos edificios alrededor del globo, entre los que destacan el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, el edificio de Bellas Artes del Museo de Brooklyn y, en España, el Palau Sant Jordi de Barcelona.
El lobby
Es una lástima que no haya una manera gráfica de expresar que escribo susurrando, porque eso es lo que me sugiere el ambiente que se respira en el lobby; paz, tranquilidad, silencio.
Estoy convencido que al salir del ascensor, sin darse cuenta, la gente baja el tono de voz. Es que no es para menos, la luz difusa que inunda todo el espacio, las paredes de mármol blanco, esas pequeñas hornacinas de madera… Todo evoca a lugares espirituales, en los que prima la conversación con uno mismo, no con el compañero.
Resulta interesante como un espacio puede afectar al comportamiento a través de la luz, el color, las texturas, las proporciones… Obviamente, no es nada nuevo sobre la faz de la tierra, es algo que forma parte de la esencia de la arquitectura, pero cuando alguien lo utiliza con maestría, es sobrecogedor.
Las habitaciones
Como era de esperar tras ver el lobby, las habitaciones son un lugar diseñado para la meditación y el reposo. Un espacio sosegado, en el que la luz, que entra tamizada a través del soji, juega un papel crucial a pesar de la oscuridad dominante.
La decoración es sobria, de líneas sencillas, pero acogedora gracias a los materiales, cálidos en su textura aunque de tonos oscuros. Una de las claves para conseguir ese ambiente sosegado es que hay pocos elementos que destaquen sobre el resto, salvo un gran armario rojo frente a la cama, que se convierte en el único foco de atención del dormitorio.
En el baño se recupera la luz y los colores claros para convertirlo en un espacio agradable en el que relajarse. La bañera, diseñada en madera de hinoki, pide a gritos que nos sumerjamos en ella para desconectar los sentidos y liberar a nuestro cuerpo de la tensión acumulada.
Desde luego, la décima planta del Hotel Puerta América es un remanso de paz, el lugar perfecto al que volver después de un agotador día de trabajo o turismo.
Si queréis seguir con la sesión de relajación, os recomiendo que no os perdáis el vídeo y la galería de imágenes. A mi me han dejado una sensación de tranquilidad y sosiego que hacía tiempo que no experimentaba.
Más información | Hotel Puerta América
Fotos | Rafael Vargas
En Decoesfera | Especial Hotel Puerta América
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