Hotel Franklin, intimidad y encanto en Nueva York

Hotel Franklin, intimidad y encanto en Nueva York
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Hace casi un mes pasé lo que quedaba de mis días de vacaciones en Nueva York, en un hotel muy peculiar en el Upper East Side. Estuve barajando varios alojamientos, y al final la elección estaba entre un gran hotel en Times Square y este pequeño hotel de cincuenta habitaciones construido en los años treinta, que fue el que ganó en la puja, el Hotel Franklin.

Está situado en una calle tranquila al lado de Lexington Avenue, en un edificio estrecho que da la bienvenida bajo una marquesina muy llamativa. Al entrar encontramos la recepción, escueta y decorada con un mostrador de madera que capta parte de la atención, compartida por un magnífico ascensor antiguo. Sin salir de la recepción podemos utilizar una biblioteca mínima ubicada junto a la ventana, adosada en una de las paredes junto al ordenador. Las paredes de todas las zonas comunes están empapeladas en un tono verde suave que imita papel de rafia, un ambiente cálido y relajado al que contribuyen las luces de pared.

Sala de estar

La recepción da paso a dos estancias y un distribuidor, que conforman la planta lounge. Una de ellas es una sala de estar que da a la calle, enmarcada por un gran ventanal bajo el cual descansa un cómodo sofá tapizado en chenilla. Esta habitación está permanentemente decorada con flores frescas, y en la época en la que fuimos, rondando Halloween, con pequeñas calabazas.

El aire clásico de la sala se torna un poco kistch gracias a los cojines de estampados animales que reposan sobre una de las butacas, y el tapizado de cuero brillante de las sillas. Una alfombra en tonos beige y una mesa auxiliar con un toque étnico, completan este conjunto dispar pero bien armonizado.

Sala de estar

Al otro lado encontramos la sala de desayunos, una estancia muy bien resuelta con una gran bancada en uno de los lados, a la que dan servicio un par de mínimas mesas redondas. Esta luce un respaldo alto realizado en símil de cuero, que hace de esta sala un refugio íntimo y con encanto. Al otro lado, tres conjuntos de mesitas y sillas, también tapizadas en símil de cuero, completan la zona de descanso, algo incómoda para desayunar en ella, dado el pequeño tamaño de las mesas.

Al fondo, hay un ventanal que da a un patio sobre el cual se recorta un bufé antiguo de madera, que sirve para dar servicio en el desayuno y a la hora de la merienda. Los tonos verdes y marrones suavizan la pequeña sala, que luce sin complejos su suelo de madera.

Sala de desayunos

El ascensor nos lleva a las habitaciones, distribuidas en siete pisos. En todos los recibidores hay cuadros de mosaico en alegres colores, y una vez en la habitación, nos encontramos con una estancia dedicada al relax. Las habitaciones del hotel Franklin son bastante pequeñas, pero compensan esta estrechez con unas camas grandes y muy cómodas que proporcionan un buen descanso. Los colchones son mullidos y gruesos, dotados de un colchoncillo que las convierte en unas camas tan altas como confortables. La ropa de cama es de algodón egipcio, y las almohadas verdaderas nubes de plumón.

Las paredes de las habitaciones están pintadas en tono verde grisáceo y se caracterizan por su sencillez. La cama se enmarca con un cabecero de líneas rectas, y a sus pies, una manta de lana marrón oscuro da abrigo adicional. La iluminación corre a cargo de una lámpara de techo con pantallas blancas, lágrimas y tiras de cristal, y tres lámparas de mesa distribuidas sobre las mesillas y el escritorio.

Habitación

Llama la atención que aunque anuncian servicio de minibar, este no existe, limitándose a unas cuantas bebidas y golosinas depositadas en una bandeja dell escritorio.

Los armarios son una asignatura pendiente, ya que en general son estrechos o poco accesibles. El que había e mi habitación era un closet con espacio suficiente, pero acceder a él era complicado al no poder abrir del todo la puerta. En otra de las habitaciones que vimos, el armario se reducía a un espacio de unos treinta centímetros para colgar la ropa.

Escritorio

Los suelos de las habitaciones están enmoquetados en tono arena, aportando un extra de calidez. La silla que da asiento al escritorio está tapizada en chenilla color piedra, a juego con las cortinas que guardan la ventana de guillotina de miradas indiscretas. A pesar de algunas estrecheces, la estancia en el Hotel Franklin resulta agradable y confortable, muy recomendable para aquellos que valoren un espacio cómodo y bien decorado cuando están de viaje.

Hotel Franklin

164 E 87th St New York NY 10128, Estados Unidos (212) 369-1000

Comentarios cerrados
Inicio