Contar con un trastero es una gran ventaja, pero hay saber optimizarlo y sobre todo, no dejar que los objetos que guardamos allí se conviertan en verdaderos trastos. Y es que la denominación de este espacio parece que nos condicionara a acumular objetos viejos e inservibles, cuando la verdad es que es un buen aliado para ayudar al funcionamiento del hogar.
El mío suele sufrir varias debacles anuales, coincidiendo con las Navidades, viajes, o limpiezas generales. La última fue como un tornado y el aspecto que ofrecía desanimaba a cualquiera a entrar a poner orden, pero me armé de valor y así lo hice. Esta es la crónica de una mañana de trabajo.
El primer paso es despejar el suelo en la medida de lo posible. El objetivo es tener estantes suficientes para almacenar sin que las cosas queden apiladas por el suelo. Para ello, sacamos al pasillo todo lo que se encuentra desperdigado y valoramos su utilidad.
Esta regla puede servirnos de ayuda: si hace más de dos años que no lo usamos, deshagámonos de él u ofrezcámoslo a otras personas. Para ser más efectivos hemos bajado aquí con los niveles de nostalgia muy bajos y con la idea clara de deshacernos de lo inútil.
Dividimos el pasillo en dos zonas, en una ponemos las cosas que vamos a conservar y en la otra todo aquello de lo que vamos a desprendernos y repartimos los desechos en bolsas, de las cuales disponemos de un buen arsenal.
Una vez despejado el suelo, barremos y comenzamos a reordenar el espacio. Vamos revisando cada una de las estanterías, colocando todo en orden como si estuviéramos jugando al Tetris. Reemplazamos las cajas que están rotas o demasiado estropeadas por otras nuevas, eso nos hará más fácil la tarea cuando vayamos a utilizarlas.
Una vez que tenemos todas las estanterías reorganizadas y con nuevo espacio extra, comenzamos a ubicar el resto de las cosas que quedaban fuera. Terminamos barriendo otra vez y pasando la fregona con esmero.
Pero el trabajo no ha terminado. Nos queda cargar el coche y partir hacia el Punto Limpio, donde podremos separar los desperdicios de manera adecuada, así que cargados con botes de pintura secos, ropa vieja, toneladas de papel y demás cachivaches, arrancamos en la última etapa de nuestra jornada.
Solo queda repartir entre familia y amigos algunas joyitas que no hemos sido capaces de tirar y que se encuentran en perfecto estado.
Os ofrezco unos consejos a tener en cuenta a la hora de ordenar un trastero:
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Revisaremos las cajas y haremos una criba de lo que tengamos almacenado, conservando solo lo que sea realmente útil o valioso.
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Seguramente guardemos aquí las maletas. Aunque es menos cómodo a la hora de manipularlas, guardarlas unas dentro de las otras, como si fueran muñecas rusas, nos asegurará poder almacenar muchos ejemplares en poco espacio.
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Hagamos un mapa de nuestro trastero. En la medida de lo posible, es conveniente organizar el almacenaje por zonas, para mantener el orden al máximo. Dediquemos una zona a despensa, diferenciada de las demás, que se pueden dividir a su vez en zona de herramientas, de ropa, calzado, de productos de limpieza…
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Para tener éxito nos haremos con unas buenas cajas de distintos tamaños. Anotaremos su contenido en una etiqueta o en un post-it, para poder encontrar las cosas con mayor facilidad.
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Ni que decir tiene que además de ordenar, también debemos limpiar el trastero, eliminando las telarañas si las hubiera y barriendo y fregando el suelo con un producto desinfectante. Lavaremos nuestras estanterías con un limpiador adecuado, según el material del que estén hechas.
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No olvidemos separar bien los residuos y depositarlos en los contenedores adecuados. Algunos objetos serán bienvenidos por otras personas; podemos ofrecerlos a conocidos, venderlas en Ebay o regalarlas en Spermola.
En Decoesfera | Optimizar el espacio
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