Comenzamos nuestro recorrido por Casa Decor Madrid 2010 con un espacio de considerables dimensiones, la Vivienda de un Coleccionista, fruto del trabajo en equipo de Guillermo Arca, Alberto Rodríguez, Eugenia Sampol, Pedro Lezcano y Juan Manuel Mareque. Situada en la tercera planta, ocupa uno de sus espacios más amplios, situado en una de las esquinas del edificio.
Concebido como un elegante y espacioso apartamento en el que al sala de estar se integra en la cocina o viceversa, ya que ambos espacios están tan bien complementados que no se sabe cual fue primero, quizá nacieron ambos a un mismo tiempo. Entramos en esta vivienda llena de arte por un recibidor blanco, un color predominante en las paredes de la estancia, vestido con una escultura grande y ligera, que sabiamente iluminada luce misteriosa proyectando sus sombras.
Imaginamos la vida aquí, un hombre joven disfrutando de su soledad voluntaria, acompañada esta por obras de arte escogidas a golpe de corazón. Cocinando con mimo para sí mismo, planeando sus noches de lectura y contemplación. El conjunto es sobrio, moderno, actual, pensado para una vida cómoda en la que alcanzar con la vista casi todos sus dominios.
El dormitorio es espacio de relax y de trabajo, para mimarse y vestirse. Una gran cama se dibuja en diagonal en el centro de la habitación, amplia y perezosamente vestida invita a vivir en horizontal. A su alrededor el vestidor ocupa una esquina separado por una cristalera, dejando ver las vestimentas, pues en esta casa todo se expone, todo decora, no hay secretos.
Una zona de trabajo se adosa a una de las paredes, aprovechando la estructura del edificio se adapta para gozar de estantes y un tablero en el que ordenar documentos y organizar la jornada. El blanco sereno de las paredes apenas se rompe con una escultura que nace del muro.
El salón se abre a un lado invitando a sentarse en el sofá, la pieza central sobre la que se articulan los demás elementos. Tras él, una estantería acoge un puñado de libros revueltos, empeñados en formar una escultura, quizá casual, quizá pensada. Una niña triste aferrada a una plancha medita sobre su vida futura desde una peana.
La chimenea apenas es una herida en el muro, de corte minimalista, deja el protagonismo para la materia orgánica, pues son los troncos que devorará el fuego y que se almacenan en la pared, los que realmente decoran y llaman nuestra atención.
En el extremo opuesto, la cocina se descubre imponente en una isla que rompe el espacio nuevamente en diagonal, aportando con esta estratagema dinamismo a la habitación. Tras ella un gran frente de muebles da un buen servicio, una cocina completa en la que experimentar sin dejar de disfrutar del arte que rodea la casa.
El baño, que conserva totalmente los elementos antiguos del edificio, es un regalo de color entre tanta moderación. Cálido y con un punto de travesura en sus paredes y techo, parece que la pasión por el coleccionismo se ha llevado a los elementos más cotidianos, pues son decenas los rollos de papel que los pueblan, respetando y remarcando la estructura en arco.
Aprovechando unas buenas dimensiones, tenemos un baño de cómodo uso incluso cuando hay visita, con dos lavabos originales de la casa, que se yerguen espléndidos entre las hornacinas antiguas. El suave color violeta de las paredes se combina en un alegre contraste con el burdeos de la lencería y algunos elementos decorativos. Esta es una estancia en la que hemos podido comprobar de primera mano como la iluminación tiene un gran poder rejuvenecedor, pues además del trabajo realizado para poner en forma los elementos existentes, la luz se convierte en un elemento decorativo y renovador de suma importancia.
La parte superior se concibe como una bóveda presa de la locura, que expone una colección de rollos de papel, una licencia que solo una muestra como Casa Decor puede permitirse.
En Decoesfera | Casa Decor Madrid 2010
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