Lo admito, soy una de las miles de fans enganchadas a las novelas de vampiros que pueblan autobuses y líneas de metro. La verdad es que según leía los libros, mi lugar favorito era el dormitorio de Bella Swan y tengo que decir que está muy logrado cuando lo pasaron a película.
El dormitorio de Bella es su lugar especial a lo largo de la tetralogía. Allí se siente a salvo y allí sueña con su vampiro favorito, Edward Cullen. Sin ánimo de destriparos los libros, para que os pongáis un poco en situación, os contaré que Bella al principio de las novelas tiene 17 años y va a vivir a casa de su padre, que la acoge en el mismo dormitorio que tenía cuando era pequeña. Este es el dormitorio que se ve al principio de la película, el que tenéis sobre estas líneas, pero conforme va avanzando la trama, ella pone su granito de arena y lo actualiza a las necesidades y gustos de una adolescente aunque algunos detalles permanecen. Al principio, vemos una habitación pequeña y sencilla, que consta de una cama, una mesilla, un escritorio y un panel de corcho, que al principio están llenos de detalles infantiles.
Vemos cómo después el dormitorio ha sido decorado con mimo. Delante de la ventana, vemos cómo las infantiles cortinas azules se han animado con los visillos naranjas y las cortinas de fibra de delante, que dejarían entrar la luz pero impedirían que entraran los mosquitos. Se han mantenido los muebles iniciales pero ahora en el panel de corcho cuelgan papeles de adolescentes: entradas de conciertos, folletos... cualquier cosa que le interesa.
Además, en dos paredes, se han colgado luces indirectas, unas con forma de estrellas y otra con forma de libélulas. Estas guirnaldas de luces antes las vendían en Ikea pero soy incapaz de encontrarlas en el nuevo catálogo. La lámpara china que hay sobre la derecha ya estaba en la situación original, pero la lámpara de mesa de papel arrugado que vemos a la izquierda es nueva.
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