Hay objetos que, casi sin querer, transforman por completo la estancia. Es el caso de una vajilla bien elegida, unas cortinas al ras del suelo o, ahora que el jardín es el nuevo salón, unos farolillos que conviertan la terraza en un rincón mágico al caer la tarde.
Justo esa es la sensación que causan y para la que se inspiró la última colección de farolillos solares de Lidl. Pequeños, ligeros y encantadores, parecen más un detalle de feria o una pieza decorativa de boutique que un accesorio técnico. Sin cables, sin enchufes, sin complicaciones, pero con una capacidad sorprendente de transformar espacios cotidianos en postales veraniegas.
Una luz sin gastos
Basta con dejarlo al sol durante el día. Su batería interna se carga silenciosamente, y cuando el sol se esconde, su luz cálida se enciende sola. Ni interruptores ni recordatorios. Con una autonomía de entre seis y ocho horas, este farolillo ofrece el tiempo justo para una cena al aire libre, una lectura en el balcón o una charla que se estira hasta la medianoche.
Pero lo más encantador es su diseño. Disponible en varios tonos pastel y con un acabado que recuerda a los faroles orientales de papel, pero más duradero y apto para exteriores. Pesa apenas unos gramos, lo que permite colgarlo con un simple hilo, sobre una pérgola o una rama baja del jardín.
Su precio, además, es casi simbólico, ya que pueden encontrarlos en Lidl por tan solo 3,99 euros. Lo suficiente para que cualquier persona pueda hacerse con varios y crear un pequeño universo de luces suaves en el jardín. Y como no consume electricidad, ni requiere instalación, puedes moverlo cuando quieras y donde quieras.
Imágenes | Lidl | Freepik
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