Ya sabéis que a la hora de decorar una casa se puede escatimar en muchas cosas pero no en una cama ni en un sofá. Añadiría yo que nada de escatimar presupuesto para comprar un buen sillón de orejas de toda la vida, ya que va a proporcionaros horas y horas de relax.
En primer lugar, hay que decidirse por un sillón duradero. Como todas las grandes inversiones, no os interesa que se rompa a la primera de cambio aunque haya que renunciar a cierta ligereza. Si queréis precio y ligereza, no escojáis un sillón, lo mejor es decantarse por una butaca más ligera de estilo similar a las Pello de Ikea.
Un sofá duradero no siempre es el sofá que pesa más. Lo mejor es coger uno que sea recio y el camino más corto para averiguarlo es tocándolo. Tocad las estructuras, notad dónde van las maderas y dónde van los cojines. Pensad si vais a tener a alguien sentado en los reposabrazos, que es justo lo que antes se rompía en casa de mis abuelos.
Si tenéis niños o mascotas, lo mejor es que escojáis un sillón desenfundable. Mejor poderle quitar las fundas y lavarlo a elegir un color sufridito. Por supuesto, si aunáis ambas virtudes, tendréis el éxito asegurado.
No tengo preferencias acerca de si son mejores los que dan masajes, pero creo que elegiría uno de los que no dan masajes por el tema de que es más fácil de retapizar llegado el momento o de arreglar un desperfecto si se os derrama un líquido encima. Si se puede, que sea de los reclinables para que podáis estar cómodos más rato.
Por último, el consejo más importante que os puedo dar: id a la tienda y probad todos los sillones. No elijáis el que más pegue con las tapicerías de vuestro sofá ni con las cortinas. Elegid el más cómodo de todos porque la tapicería se puede cambiar o disimular con una funda. Pero un sillón cómodo no tiene precio.
Imagen | Garryknight En Decoesfera | Sillones
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