Estaréis de acuerdo conmigo en que hay pocas cosas más sugerentes que un biombo. Los hemos visto en las películas, en las que las actrices se cambiaban mientras charlaban con despreocupación con el galán de turno, que se comportaba de manera más o menos descuidada, como si no supiera que detrás de esa fina pared se ocultaba un cuerpo desnudo.
En vuestras casas, un biombo bien colocado puede ayudaros a reforzar esa teatralidad que buscabais, pero también os puede servir de separador entre dos ambientes bien diferenciados. La mejor característica del biombo es que se puede plegar, lo que os permite acomodar la decoración de una estancia a las necesidades de cada momento.
En el mercado existen muchas clases de biombos, desde los clásicos de tela o de madera, pasando por otros más atrevidos de mimbre, de forja, o incluso de papel, si estamos hablando de biombos de inspiración oriental. Lo ideal es que cuando vayáis a elegir uno para vuestra casa, os decantéis por alguno que haga juego con las paredes y el mobiliario pero que no sea exactamente igual para que no se mimetice con el entorno y dé un toque de distinción.
Recordad que tenéis que medir el espacio disponible antes de lanzaros a la compra compulsiva y que tenéis que planificar dónde lo vais a colocar y qué utilidad le vais a dar. En las últimas tendencias de decoración, los biombos están causando furor sobre todo en los minipisos, donde cada vez más gente los usa para separar la zona de tertulia de la propia cama, sobre todo en casos en los que no se puede emplear una estantería para ese menester.
Si el espacio es reducido, mi consejo es que no compréis un biombo muy alto que impida pasar la luz ya que aumentará la sensación de pequeñez de la estancia. Por otra parte, siempre podéis ponerle una tela bonita por encima para darle un aire nuevo a una de mis piezas decorativas favoritas.
Imagen vía | Casa Sugar