En más de una ocasión, viajando con alguna compañía aérea de bajo coste, con las rodillas clavadas en la espalda del de delante, me ha dado por pensar lo bien que estaría quitar todos los asientos y montarme un pequeño apartamento. Eso sí sería viajar con estilo, la evolución aeronáutica de las autocaravanas.
Algo similar debió de pasárseles por la cabeza a los chicos de Hotel Suites, sólo que ellos decidieron hacerlo realidad. Se hicieron con este Ilyshin 18, un avión para 120 pasajeros que comenzó su vida útil allá por 1960 al servicio de la República Democrática Alemana, y lo restauraron por fuera y por dentro hasta convertirlo en un hotel de altos vuelos.
Cómo es lógico, el avión no podía estar en otro lugar que en un aeropuerto, concretamente en el de Taugen, en Holanda. Pero a nosotros lo que nos interesa es el interior, así que, todos a bordo.
El avión entero ha sido diseñado como una gran suite para dos personas, con un estilo un tanto extraño que recuerda a la decoración de las naves espaciales de 2001: Odisea en el espacio.
Esta decoración futurista contrasta con el exterior que, obviamente, tiene la estética de los aviones de la época. A mi me hubiera gustado más ver un interior con toque retro, al estilo años 50 o 60. Siguiendo las analogías cinematográficas, que tuviera un aire a Atrápame si puedes.
No obstante, una vez superado el salto temporal que se produce al cruzar la puerta, el interior resulta espectacular. En los 40 metros de largo que tiene podemos encontrar, además de la indispensable cama, una zona de baños, un salón, una cocina y hasta un despacho.
Además, también podemos acceder a la cabina del piloto, en la que se ha conservado todo tal y como estaba, con sus botones, palancas, indicadores… en fin, dan ganas de sentarse y empezar a tocarlo todo a ver si la cosa arranca y podemos poner en práctica todo lo aprendido con el mítico Flight Simulator.
El dormitorio se encuentra situado en la cola del avión, cerca de la puerta de entrada. La cama está colocada sobre una tarima blanca, que reduce la altura hasta el techo, por lo que la convierte en un pequeño nidito acogedor.
Al otro lado de la entrada está el baño, que más bien parece un spa, porque tiene de todo: sauna, ducha, bañera con hidromasaje... En fin, que más que en un avión nos va a parecer que estamos en un submarino, todo el día bajo el agua.
Una vez nos hemos relajado en nuestro pequeño spa, llegamos al despacho, por si nos hemos dejado algo de trabajo por hacer o, mejor aún, para poner verdes de envidia a amigos y conocidos, publicando las imágenes de nuestra pequeña habitación de hotel.
A mitad de camino -- supongo que para reponer fuerzas -- se encuentra la cocina. Una barra de cuarzo compacto blanco a un lado y una armariada con los electrodomésticos encastrados al otro.
Sencilla y funcional ¿Para que más? No creo que a ninguno de nosotros nos apetezca cocinar en vacaciones más allá de prepararnos un café al despertar, así que su presencia es más bien testimonial.
Tras la cocina, el salón, con un sofá de lo más futurista. Estoy seguro de que tras una siesta en él, te despiertas rodeado de cyborgs o de alguna invención de James Cameron (me he levantado cinéfilo, que le vamos a hacer)
Más allá del salón sólo queda la cabina, a la que podemos hacer alguna visita de vez en cuando para dejar volar la imaginación. No hubiera estado de más que hubieran montado un simulador con la instrumentación real, pero creo que eso ya es pedir demasiado.
En fin, un hotel más que añadir al lista de lo que tengo que visitar cuando me haga rico, porque aunque no he encontrado cuanto cuesta pasar una noche en esta suite de altos vuelos, me imagino que por menos de un órgano vital no saldrá.
Vía | Toxel Más información | Hotel Suites NL En Decoesfera | Hotel Puerta América: Zaha Hadid
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