Una de las cosas que a todo apasionado de la decoración le encantaría poder hacer al menos una vez en la vida es coger una casa destartalada y reformarla a su antojo. No necesariamente con muchos lujos, sino más bien con mucho cariño y paciencia.
Así es como ha reformado nuestra lectora Leda la casa que se compró en el bonaerense barrio de Villa Urquiza. Con amor, con dedicación, con esmero… Utilizando materiales reciclados, muebles viejos, telas heredadas para conseguir transformar un lugar inhóspito en algo que poder llamar hogar, pero sin gastarse una fortuna en el camino.
Hoy, en enséñanos tu casa: la casa de Leda.
El dormitorio
Para empezar, el dormitorio, el lugar de la casa que me tiene encandilado a pesar de que soy un obseso del minimalismo. La combinación de colores y materiales es exquisita. El azul celeste, el blanco, la madera y las telas se mezclan a la perfección para crear un espacio con aires románticos, pero sin llegar a ser ñoño.
Las cortinas y los almohadones los tejió a mano a partir de retazos de telas recicladas y la verdad, le dan un toque floral a al estancia que le sienta muy bien.
Me gustan mucho los muebles, clásicos pero sencillos. Especialmente la mesita y la mecedora que, pintados en blanco resaltan sobre el suelo de madera como luciérnagas en la noche.
Al otro lado del dormitorio se encuentra la joya de la corona, el ojito derecho de su creadora; un vestidor fabricado por ella misma a partir de unos armarios viejos que restauró para darles una nueva vida.
Los pintó de blanco con una técnica conocida como decoupage, que le confiere ese aspecto como de “mal pintado”, pero que es muy cariñoso a la vista y el tacto. Las cortinas también son de fabricación casera, pues en realidad se trata de un juego de sábanas reciclado para la ocasión. En el interior del armario se han reutilizado también una cajoneras antiguas y se ha colocado un espejo de cuerpo entero para poder ver que tal queda la ropa escogida.
El baño
En el baño se ha querido seguir la misma estética que en el dormitorio, mezcla de vintage y romanticismo. La gran protagonista es una bañera con patas que Leda mandó esmaltar de nuevo y en la que ahora seguro disfruta el doble los baños.
También me gusta mucho el suelo a modo de damero, es serio en los colores pero alegre en las formas al estar girado. Acompañando al lavabo, sobre el espejo, se encuentran dos lámparas de latón dorado a modo de tulipas que remarcan el estilo del espacio.
La cocina
El último espacio que queda por mostrar hoy —el próximo día os espera el patio, el estudio, el salón y el recibidor— es la cocina, de la que lo más destacable es la optimización del espacio, pues es realmente pequeña y se ha conseguido que no lo parezca gracias a abrir el tabique que la separaba del comedor.
Los muebles siguen la tónica del resto de la casa y están realizados en una madera oscura de líneas clásicas. La cerámica de la cocina proviene de una pequeña cooperativa de la zona que ha sobrevivido gracias a la solidaridad de la gente. Los azulejos de las paredes son de un color salmón jaspeado, mientras que en el suelo se han combinado baldosas de diferentes colores (turquesa, salmón, hueso).
Desde luego, se nota que es una reforma hecha con mucho cariño, esfuerzo y dedicación, en la que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle y que tiene el valor añadido de haber utilizado muchos materiales y muebles reciclados.
Espero que os haya gustado tanto como a mí y estéis atentos la semana que viene para ver la segunda parte de la casa de Leda.
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