Podríamos convenir en que Annie Leibovitz es una de las fotógrafas más famosas del mundo. Delante de su cámara han posado actores, actrices, modelos, cantantes, escritores, reyes… podríamos decir que si eres alguien hoy en día te ha fotografiado esta mujer. La artista ha puesto a la venta su casa del West Village de Nueva York, con sus trece chimeneas y sus más de 900 metros cuadrados, así que hemos aprovechado para ver cómo es su gusto decorativo. Y os adelanto: tiene un gusto exquisito.
En realidad, aunque estemos hablando de una casa, se han juntado tres: una que sirve de hogar a Leibovitz, otra en la que tiene su oficina y una tercera que le sirve para acoger a sus invitados, todo dentro de un bloque de ladrillo naranja tan característico de Manhattan. Y cubierto de hiedra, lo que le da un toque misterioso que me ha encantado.
Empezamos nuestro recorrido por el salón, que tiene las paredes repletas de estanterías con libros. Fijaos en cómo se ha mantenido la madera original de los suelos sin ocultar los años que tienen. Sobre ellos se han colocado alfombras de tipo persa y se han creado varios ambientes en torno a diferentes elementos. En primer plano tenéis el área de tertulia, formada por dos sofás grandes y un par de butacas frente a la chimenea, que está coronada, como no podía ser de otra manera, por una fotografía.
Un poco más lejos tenemos lo que podría funcionar como un comedor, con una gran mesa y varias sillas, y al final tenemos un gran piano de cola y otra butaca más, que podría ser el lugar ideal para leer. Observad cómo al fondo podemos ver los ladrillos vistos, que contrastan con el resto de la estancia donde predominan las paredes blancas y lisas. Para iluminar el salón se han elegido halógenos y varias lámparas de pie, que repartidas por toda la estancia, dan una luz cálida y acogedora.
La cocina de la fotógrafa destila minimalismo por sus cuatro costados. Una de las paredes está forrada hasta el techo de muebles de aluminio, con lo que maximiza el espacio disponible pero además hay sitio para algunas fotos que podéis ver al fondo, justo encima de la pizarra.
Los electodomésticos siguen la misma línea y también son metálicos (los de la izquierda no se ven muy bien, es posible que sean de madera aunque a mí no me lo parecen), mientras que las encimeras son de granito. Me encanta el detalle del fregadero junto a la ventana y la enorme cantidad de espacio de trabajo que veo en las imágenes. ¿No os dan ganas de cocinar ahí?
Sobre estas líneas tenéis uno de los comedores de Annie Leibovitz, con salida directa al jardín. De nuevo vemos que no hay muchos detalles pero que la decoración es ideal. En torno a una mesa redonda se han juntado varias sillas, forradas de tela para no distraernos. Las paredes no necesitan más decoración que las vistas a los árboles y, aunque a mí no me acaban de convencer, completan la estancia unos apliques en las paredes para matizar la luz.
Acabamos nuestro recorrido por el jardín de la fotógrafa, que también destaca por su sencillez. Los muebles de madera sobre unas losetas sirven para mostrarnos que Leibovitz ama la vida sencilla; unas pocas plantas y un césped bien cuidado enmarcan una escena de lo más agradable.
¡Quién tuviera 25 millones de euros para poder mudarse al West Side! Yo voy a seguir mirando las fotos de la casa de Annie Leibovitz porque desde luego es de las casas que más me han gustado de las que os hemos enseñado en esta sección.
Imágenes vía | The Real Estalker
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