Los orientales saben mucho de relajación, de la influencia que tienen los ambientes en el humor de las personas y de cómo sanar de una manera natural. El antiguo arte del Ikebana trata de eso precisamente, del arte del arreglo florar como filosofía acerca del paso del tiempo. Comenzó siendo un movimiento religioso, pero lo cierto es que hoy, tras más de quinientos años de existencia, se ha convertido en un hobby extendidísimo por todo el mundo.
La palabra Ikebana significa "flor viva colocada", y consiste en la composición de motivos florales, usando frutos, ramas y cualquier vegetal, tanto con propósito estético como vía meditativa. El Ikebana recuerda al que lo practica el paso del tiempo, ya que no se puede acceder a las mismas plantas en cualquier estación. En Japón, los primeros arreglos florales fueron fabricados por budistas para adornar sus templos, pero no fue hasta el siglo VIII cuando se tiene noticia del uso de flores con motivos no religiosos.
En los inicios, los primeros concursos florales tenían reglas muy estrictas ya que la estrechez de los recintos donde se llevaban a cabo estos concursos obligaba a premiar a los arreglos verticales. Según Wikipedia, el libro más antiguo de Ikebana data de 1499 y en él se pueden ver las primeras ilustraciones de estos arreglos realizados en vasijas con fondo de arena.
En las composiciones de Ikebana, los ramos y las flores se colocan de manera ternaria y tienden a formar un triángulo. El ramo más largo y más importante representa al cielo, mientras que el más corto representa a la tierra. La rama intermedia representa al hombre y los tres se combinan en perfecta armonía. Así como estas tres fuerzas se armonizan para formar al universo, las flores y las ramas se deben equilibrar sin resultar demasiado recargadas: ahí reside el antiguo arte del Ikebana, que es mucho más que un simple ornamento floral.
Los verdaderos artistas del Ikebana son capaces de conjugar sencillez, equilibrio y belleza para alcanzar la paz. Según la evolución de estos arreglos, se distinguen tres escuelas definidas por sus estilos: la escuela Ikenobo, Ohara y Sogetsu. Cada una sigue sus propias reglas, y se puede distinguir a simple vista la obra de una y de las demás.
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