Las telas están en nuestras casas, eso es innegable. Recubren ventanas, sofás y camas y es difícil combinarlas. No os voy a dar la panacea, porque el buen gusto es imposible de aprender, pero con estas directrices sencillas harán que parezca que por vuestra casa ha pasado un diseñador haciendo el bien.
Mezcla distintos tejidos con tino. Telas trabajadas como las chenillas y el terciopelo deben combinarse con otras más ligeras como el lino para no dar sensación de pesadez a una estancia. No abuses del estampado y combina telas estampadas con otras más lisas para dar un efecto liviano.
Elige un motivo para el estampado acorde con la estancia y con la pieza a tapizar. Si tienes que poner la tela en una superficie pequeña, elige un estampado pequeño.
Si eres un apasionado del terciopelo, apuesta por los nuevos tejidos que incorporan fibras sintéticas que lo hacen más fácil de cuidar.
El beis es el color por excelencia de los tapizados. Si lo escoges para tu habitación, combínalo con distintos motivos o patrones como rayas, cuadros o dibujos abstractos.
Proporcionar unidad con la base de color. En el caso de que elijas distintos estampados para una misma estancia, apuesta por mantener la unidad con el mismo color para que no quede demasiado barroca.
El color, en los elementos pequeños. Utiliza los elementos más pequeños para romper la unidad cromática sin acabar con la armonía.
Juega con los volúmenes de los tejidos. Esta premisa es fundamental en los dormitorios, donde lo que más interesa es crear una atmósfera acogedora y blandita. Lanas, algodones y tejidos acolchados son los reyes. Si tienes dosel, apuesta por las gasas o cualquier tela que dé un aspecto vaporoso.
Algodón. Es la tela reina en el dormitorio infantil ya que no irrita la piel, conserva el calor corporal y transmite la transpiración. ¡Por no hablar de que es fácil de lavar!
Imagen vía | Domino Magazine
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