Comer tomates cultivados por uno mismo es un placer, lo sé por experiencia ya que hace unos años pasaba los veranos en mi terraza cuidando pequeñas tomateras que nacían de exiguas macetas. La producción era tan pequeña que esos tomates tenían para mi el valor de un diamante. Con el tiempo dejé de cultivarlos, en un espacio tan pequeño el trabajo me resultaba verdaderamente incómodo y las macetas no eran el soporte más adecuado para este fin. Si hubiera conocido entonces a Leopoldo...
No, Leopoldo no es ningún amigo jardinero. Es un producto que trata de traer el huerto a nuestras casas. Se trata de un sistema de contenedores para plantar y cosechar hortalizas, hierbas culinarias y plantas aromáticas en pequeños espacios, con una estructura ligera y fácil de manejar.
Un armazón de aluminio anodizado soporta unas cubetas de rafia sintética que pueden acoger hasta cien litros de sustrato, según el modelo. Las ruedas le aportan facilidad de manejo, algo muy importante, ya que sumando el peso del sustrato al del agua de riego, puede llegar a alcanzar un peso considerable.
No es un producto nuevo, ya que en 2001 fue galardonado con el premio ADI-FAD de diseño. El uso de este producto trasciende el ámbito doméstico encontrando aplicaciones pedagógicas, terapéuticas y ecológicas.
Se puede adquirir desde casa a través de la tienda online y se presenta en cuatro modelos: S, M, L y XL. Su capacidad oscila entre los 7 y los 100 litros de capacidad y su precio desde los 45 a los 150 euros.
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