Cubrir el radiador ya no es solo cuestión de esconderlo: ahora también es una oportunidad para añadir personalidad y almacenamiento a cualquier rincón
Integrar los radiadores en la decoración del hogar sigue siendo un desafío habitual, especialmente en pasillos y zonas de paso donde su presencia puede resultar visualmente disruptiva en función a la decoración el estilo que se busca en el hogar.
Sin embargo, una solución ingeniosa, fácil de ejecutar y con un claro valor estético, está conquistando a los amantes del bricolaje: cubrir el radiador con un frente de madera o paneles de revestimiento y de paso, sumar una práctica balda para almacenamiento extra o decoración.
Un proyecto DIY sorprendentemente sencillo
Para llevar a cabo esta idea únicamente se necesitan palos de revestimiento de madera 3D y una balda de madera, que podrás elegir según el estilo de tu casa. La magia está en la simplicidad del proceso, que cualquier aficionado al bricolaje puede realizar sin grandes herramientas.
Paso a paso: crea un frente decorativo
El primer paso consiste en preparar un listón de madera cuya longitud sea exactamente la misma que la del radiador. A partir de ahí, se trata de pegar o atornillar los palos de revestimiento de madera 3D uno por uno sobre ese listón, dejando libre uno de los laterales más largos.
Para fijarlos, puedes optar por cola de carpintero, que proporciona un acabado limpio y rápido, o por una pletina con tornillos, una opción más robusta si buscas una estructura especialmente firme.
Una vez completado el frente, solo queda fijarlo a la pared, justo delante del radiador. El resultado es un panel tipo “cajón” que oculta el aparato sin impedir la circulación del aire, aportando una estética cálida y contemporánea gracias al relieve del revestimiento 3D.
Gana una balda útil en el pasillo
La guinda del proyecto es la instalación de una balda sobre la estructura. Colocada a la altura del radiador, añade un punto extra de almacenamiento perfecto para libros, velas, pequeños objetos decorativos o incluso cestas organizadoras.
Con este gesto, un elemento puramente funcional —y a menudo antiestético— se convierte en un mueble decorativo que suma estilo y utilidad.
Fotografías | Unsplash | Vía @rusticalm.home
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