Hoy en día es muy frecuente el uso de limpiacristales adquiridos en el supermercado con aromas agradables que incrementan la sensación de espacio limpio. Pero ¿recordáis los productos con los que limpiaban las ventanas y espejos nuestras madres y nuestras abuelas? En algunos hogares se sigue recurriendo a estos métodos tradicionales de forma habitual o puntual, ya sea por convicción o por emergencia: se nos ha acabado el limpiacristales y tenemos que improvisar.
Nuestras abuelas, muy ingeniosas, sabían sacar el mayor partido de los recursos naturales o químicos de los que disponían, a veces porque no tenían más opciones. Y así nos transmitieron un conocimiento muy útil durante años, que nos puede servir de ayuda en determinadas ocasiones, pero que en la actualidad se ha visto relegado por la tecnología, la falta de tiempo y la disponibilidad de recursos nuevos, lo cual no quiere decir que no fueran efectivos y no lograran un resultado aceptable.
Tus cristales huelen que alimentan
El vinagre ha sido probablemente el producto estrella durante muchos años en la limpieza general, pero también en concreto como limpiacristales. Yo recuerdo a mi madre usarlo para todo: para los suelos, para los muebles, para las ventanas...hasta para el pelo. Realmente es un limpiador ecológico, que además es desengrasante, desinfectante, descalcificador, abrillantador...y para algunas personas incluso ambientador. Para mí personalmente es aquí dónde falla: sigo asociando la acidez de su aroma a la cocina y no me agrada que mis cristales huelan a ensalada, pero entiendo que haya personas que les pueda gustar.
Lo que no creo que tenga muchos adeptos es el aroma de la cebolla, otro producto casero utilizado frecuentemente para limpiar los cristales, sobre todo cuando tienen una gruesa capa de polvo. La patata, menos olorosa, también ha sido un recurso muy recurrido por nuestros mayores para retirar la suciedad de los cristales y no solo en casa. Yo tengo la imagen de mi padre limpiando las lunas del coche con una patata, sobre todo tras una helada y también he visto cómo submarinistas frotaban sus gafas de buceo con una patata partida, para limpiar el cristal, pero también para evitar que se empañase dentro del mar.
Las huellas de dedos que dejamos marcadas en los cristales (los que tenéis niños sabéis a qué me refiero ¿verdad?) recuerdo a mi madre retirarlas con el alcohol del botiquín, aunque he oído que hay personas que recurren al alcohol de quemar. Estos productos, junto al amoniaco rebajado en agua, desprenden vapores que pueden resultar tóxicos en lugares cerrados, así que nunca se me olvidarán las advertencias de mi madre, sobre todo con el uso de amoniaco: “limpia siempre ventilando y trata de no respirar directamente sobre el producto, al más mínimo mareo, para; sobre todo mucho cuidado si estás subida a un taburete o limpiando el cristal exterior de la ventana”. Con tanta advertencia de madre protectora, parecía hasta una tarea arriesgada esto de limpiar los cristales.
¿Has terminado de leer el periódico? Hazme una bola
Muchas personas optaban por un chorrito de lavavajillas en un cubo de agua que aplicaban con una bayeta húmeda, para retirar después con un limpiacristales de extremo de goma o con papel. Lo de utilizar papel de periódico para retirar los restos de suciedad en los cristales debe ser tan antiguo como la misma existencia de la prensa escrita, porque yo lo recuerdo desde que tengo uso de razón. Eso sí, había que hacer una pelotita, no valía la página estirada porque se te deshacía y se te quedaba pegada al cristal. Con la llegada del rollo de cocina, el papel de periódico como “bayeta” pasó a un segundo plano en muchos hogares.
Ahora me pregunto qué cara pondrían nuestras abuelas si nos vieran limpiando los cristales con nuestra WV50 de Kärcher: pulverizar, limpiar y aspirar. Rápido, sin esfuerzo, sin goteos, ni franjas, ni pelusas...relucientes en unos minutos. Supongo que se sorprenderían al descubrir un sistema tan cómodo, eficiente y saludable y que se acordarían de las horas que han pasado sobre un taburete frotando los cristales. La limpiadora de cristales WV50 de Kärcher no puede devolverles su tiempo y su esfuerzo, pero a mí me gustaría agradecerles sus enseñanzas y su cariño. ¿Te apetece contarnos con qué limpiaba tu abuela los cristales?
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