Este piso situado en un emblemático piso de Valencia ha vivido una reforma integral
Lo que nos gusta ver una reforma integral de una casa. Y más, si la transformación sirve para actualizar la vivienda y adaptarla a los nuevos tiempos, pero sabiendo conservar la esencia para mantener el pasado de la casa y la historia de la familia.
Este es el caso de una reforma que ha llevado a cabo la arquitecta e interiorista Anabel Soria en una vivienda de los años 60 en el barrio de Benimaclet. En este proyecto, una nieta ha querido mantener la esencia de su abuela, antigua propietaria del piso, a través de significativos guiños.
Una reforma que apuesta por mantener la esencia de la vivienda y por abrir espacios
Para cumplir con el deseo de la nieta de la antigua propietaria, la cerámica que estaba tan presente en la casa original, viste ahora de manera contemporánea el suelo del baño y el balcón. Además, durante la obra se descubrieron unas vigas y unos pilares que decidieron conservar como símbolo del paso del tiempo y la permanencia de recuerdos.
Además, durante el proyecto de reforma se amplió la capacidad de almacenamiento con el objetivo de guardar la indumentaria fallera que cada año se utiliza en Fallas, una tradición familiar que se ha convertido en un legado generacional.
Las claves de la reforma: de espacio compartimentado a un hogar abierto
En origen, el piso tenía la estructura compartimentada que imperaba en los años 60, con una cocina relegada a un lugar escondido y una galería interior que restaba espacio útil a la casa. Con la reforma de Anabel Soria, se ha apostado por una reorganización general abriendo espacios de día e integrando la galería a la cocina y el baño con el fin de ganar amplitud y luz natural, mezclando materiales como la cerámica o la madera con una paleta cromática protagonizada por tonos blancos, grises, verdes y azules.
En la reforma la interiorista ha apostado por una reorganización general, con una apertura de los espacios de día y la integración de la galería a la cocina y el baño para ganar amplitud y luz natural. Así, se ha creado una cocina-comedor y salón de concepto abierto, dos dormitorios, un baño y un pequeño balcón.
La zona abierta, el corazón de la casa
Antes de la reforma, a la vivienda se accedía a través de un recibidor cerrado que se comía el espacio. Ahora, ese espacio se ha integrado en la cocina que es el primer espacio que ve el visitante al entrar en la casa. Este cambio redefine la entrada con una distribución abierta, donde la cocina da paso de forma natural al comedor y, más adelante, al salón. Se han conservado los pilares y las vigas de hormigón, para dar un punto industrial al espacio. En el suelo, se ha instalado un pavimento porcelánico en color gris.
La cocina, antes era un dormitorio, y ha ganado amplitud y luz natural gracias a la integración de la antigua galería interior. Este espacio se organiza en torno a una elegante encimera blanca, que define la zona de trabajo y la península. El mobiliario fue hecho a medida por un carpintero local, combinando un acabado en madera más oscuro en la parte inferior y un tono más claro en los muebles altos.
Con este juego de blanco/madera permite generar profundidad visual. El frontal lo protagonizan unos azulejos blancos con textura y brillo, mientras que los pocos electrodomésticos en negro que no se han integrado refuerzan el carácter contemporáneo del proyecto. El fregadero blanco se complementa con un grifo dorado, acabado que también lucen los tiradores. La iluminación focal colocada en el techo favorece las tareas de mayor precisión.
Junto a la cocina nos encontramos la zona de comedor, convertido en el eje central en torno al que se articulan el resto de espacios. El comedor es estética sobria y elegante y está compuesto por una mesa redonda de madera, cuatro sillas tapizadas en gris, una vitrina de madera con perfilería en negro y una lámpara colgante.
Tras la viga de hormigón se accede al salón de estilo minimalista. Allí, nos encontramos con un sofá chaise lounge blanco, hecho a medida y en tejido bouclé, Sus laterales abatibles permiten convertirlo en dos tumbonas funcionales.
En el centro del salón hay dos mesitas que se identifican visualmente con la mesa del comedor por su forma circular y la madera presente en sus patas. La zona de TV está compuesta por un soporte de obra en la parte inferior que cubre toda la pared y que cuenta con iluminación LED indirecta, ideal para adaptar la atmósfera según el momento y el estado de ánimo.
Tras un sencillo visillo en un color neutro se abre el pequeño balcón del que disfruta la casa. En este espacio exterior, el pavimento rinde homenaje a la abuela de la propietaria y al suelo cerámico tradicional valenciano, que ya existía allí originalmente. A la hora de reformarlo se apostó por una carismática baldosa hidráulica. Y para completar la escena, se instalaron una mesa y unas sillas de madera.
El dormitorio destaca por su sencillez
El dormitorio destaca por la sencilla del mobiliario, y su acceso queda enmarcado por vigas y columnas de hormigón visto, un elemento estructural que aporta carácter y continuidad al diseño. En el conjunto, destaca la cama de 180 cm, junto a las dos mesitas de noche lacadas en blanco y dos apliques de pared, compuestos por cubos de travertino que aportan una conexión con la naturaleza. Los textiles en colores verdes y neutros permiten crear una envolvente serena y armonioso.
Además, en el rediseño se ha optimizado al máximo la capacidad de almacenamiento mediante un armario de puertas blancas que abarca toda la pared. En el centro, una hornacina revestida en madera permite integrar la televisión. Y en el techo, un ventilador con luz incorporada proporciona ventilación y actúa como fuente de iluminación general.
El baño, una estancia confortable y luminosa
El baño es luminoso y elegante, y ha sido diseñado para ofrecer el máximo confort en el día a día. En él se ha incorporado gran parte de la antigua galería interior, lo que ha permitido ampliar el espacio y proyectar un diseño funcional y chic al combinar el blanco con el azul junto al uso de la cerámica y la madera. Gracias a incorporar la galería, la interiorista pudo realizar una ducha de 170 cm de largo, revestida con los mismos azulejos blancos, texturizados y con brillo de la cocina.
La pared lateral de la ducha conecta con la zona de los dos lavabos, elaborados en cerámica blanca mate, los espejos retroiluminados y los dos grifos blancos integrados. Todo ello descansa sobre un elegante mueble de madera de roble, que añade calidez al espacio. En el suelo, se vuelve a la tradicional cerámica mediterránea con una baldosa hidráulica en tonos blancos, azules, grises y piedra, enmarcada por otra en color azul. La iluminación se completa con una barra focal en el techo.
El segundo dormitorio es un despacho a medida
Desde el comedor se accede a un pasillo, con gran capacidad al almacenaje, mediante una elegante puerta corredera de barrotes de madera. Este pasillo abre paso hacia el baño y hacia un segundo dormitorio que ha sido reconvertido en un despacho.
En el despacho se han incorporado dos escritorios hechos a medida, adaptados a las necesidades de cada usuaria: uno con baldas integradas para el orden diario, y otro más amplio, ideal para almacenar objetos y enseres. La paleta de colores se centra en los tonos neutros y verdosos presentes tanto en las rejillas de la pared como en las lámparas, aportando serenidad y coherencia al conjunto.
El pilar estructural de la habitación ha supuesto una oportunidad para el diseño: a un lado se ha creado un armario a medida que optimiza el almacenamiento, y al otro, una cama, lo que convierte el despacho en un espacio polivalente.
Fotografías | Adrián Mora
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