José R. García, arquitecto: "Si se te sale el agua de la ducha italiana, es porque tienes mal estos pequeños detalles"

A veces basta con corregir un solo detalle para transformar por completo el uso diario de la ducha

La ducha italiana se ha convertido en uno de los elementos más deseados en los baños contemporáneos gracias a su estética minimalista, su accesibilidad y la continuidad visual que ofrece. Sin embargo, a pesar de su apariencia sencilla, su correcta ejecución requiere una precisión milimétrica. 

El arquitecto José R. García (@dimensi_on), del estudio de arquitectura Dimensión, lo explica con claridad: "Si no se diseña bien, la ducha termina en charco y la clave está en las pendientes del suelo y el fijo de cristal"

El tamaño ideal del vidrio

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Uno de los aspectos más determinantes es el tamaño del vidrio fijo. Además de ser un elemento estético, actúa como la principal barrera que evita que el agua invada el resto del baño. Según el experto, la medida ideal para este vidrio es de 110 centímetros como mínimo

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Con menos de eso, aumenta considerablemente la posibilidad de que el agua se escape. Esta longitud asegura un equilibrio perfecto entre accesibilidad y contención, permitiendo mantener la sensación de apertura característica de la ducha italiana sin perder funcionalidad. Elegir un fijo demasiado pequeño es uno de los errores más frecuentes y, paradójicamente, uno de los más fáciles de evitar si se diseña correctamente desde el inicio.

La ubicación del rociador

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La ubicación del rociador también juega un papel crucial. No basta con seleccionar un diseño vistoso o de amplio caudal, su posición define el comportamiento del agua. Para evitar salpicaduras indeseadas, el rociador debe quedar siempre dentro del área protegida por el vidrio y nunca a más de 50 centímetros de la pared. Instalarlo demasiado hacia el exterior hace que el agua caiga fuera de la zona prevista, incrementando las posibilidades de que se desborde hacia el resto del baño. 

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Las pendientes del suelo, aunque discretas, son decisivas. La ducha italiana se caracteriza por compartir el mismo pavimento que el resto del baño, sin bordes ni escalones. Pero esa continuidad visual no implica que el suelo deba ser completamente plano. Es necesario incorporar pendientes cuidadosamente calculadas para dirigir el agua hacia el desagüe. 

Cuando todos estos factores (vidrio, rociador y pendiente) están bien resueltos, la ducha italiana funciona con toda su belleza y practicidad. Es entonces cuando se convierte en un espacio elegante, accesible y libre de obstáculos.

Fotografía de portada | Dimensión 

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