Pedir una licencia de obras es un trámite sencillo que nos proporciona seguridad y evita problemas mientras se desarrolla la reforma
A la hora de plantear una reforma (incluso si se trata de un pequeño cambio estético) lo primero que conviene tener claro no es el color de la pared, el estilo del suelo o la distribución del mobiliario: lo esencial es la conocer los trámites legales que hay que recorrer y pedir las licencias correspondientes. Este punto es clave no solo para cumplir con la ordenanza municipal, sino también para evitar problemas con los vecinos, denuncias y multas, e incluso para evitar la aparición de la Policía Local pidiendo los permisos de las obras.
Porque sí, si estás haciendo obras sin permiso, el ayuntamiento te puede sancionar ya sea de oficio porque la Policía Local ha visto que se están haciendo obras de forma ilegal, bien porque un vecino te ha denunciado por el ruido o por el polvo que estás generando. Y en estos casos, no te valdrá con la tan manida excusa de "no sabía que había que pedir licencia para algo tan pequeñito".
Pide licencia siempre para hacer obras sin meterte en problemas
Diego Alberto García, arquitecto en extraMURS Arquitectura, en un vídeo publicado en TikTok, lanza una advertencia contundente: "Ni se te ocurra hacer una reforma, por pequeña que sea, sin tramitar la licencia correspondiente". García explica que existe una idea equivocada (bastante extendida), de que solo las “obras grandes” requieren permisos.
Pero la ley no entiende de percepciones personales: cualquier intervención que implique modificaciones estructurales, cambios en distribución, en instalaciones, o incluso actuaciones que requieran contenedor de escombros, obliga a tramitar una licencia. Saltarse ese paso puede acarrear consecuencias graves: sanciones económicas, paralización de la obra, obligación de demoler lo ejecutado o incluso demandas de vecinos afectados.
Además, el arquitecto destaca que tramitar la licencia no suele suponer un obstáculo insalvable: muchas veces basta con acudir a un técnico competente —un arquitecto o aparejador— para que el trámite sea ágil. “No hay excusas para saltarse este paso”, advierte.
Las falsas reformas "de poca importancia"
¿Qué tipo de intervenciones suelen subestimarse? Según García, cosas como cambiar ventanas, renovar una cocina o actualizar un baño son rutinarias. Pero aunque parezcan superficiales, o incluso aunque parezcan solo cosméticas, pueden acarrear cambios relevantes: suelos, distribución, fontanería, electricidad, humedades… En definitiva, modificaciones que legalmente requieren licencia.
Por supuesto, hay tareas domésticas que no la exigen: pintar una pared o sustituir un azulejo dañado, por ejemplo, no requieren permiso. Pero la línea que separa una mejora decorativa de una intervención regulada puede ser fina. Y el error puede ser caro, ya que el ayuntamiento puede llegar a obligar a desmantelar lo ya construido o reformado. Según explica en el vídeo, la falta de licencia puede acarrear "multas, paralización de la obra, demoliciones de lo ejecutado e incluso demandas por parte de vecinos afectados por los trabajos".
Más allá de la normativa: la convivencia y el valor de la vivienda
El mensaje de este arquitecto no busca meter miedo entre las personas que quieran hacer reformas en casa, sino concienciar de una problemática que se da más de lo que pensamos. Porque hacer una obra sin licencia no es solo un riesgo burocrático: puede comprometer la convivencia con tus vecinos, afectar a la habitabilidad, complicar la retirada legal de residuos, e incluso mermar el valor legal del inmueble.
De hecho, a lo largo de su amplia carrera profesional, ha visto cómo varias casas se quedaban “colgadas” por reformas mal tramitadas, con problemas a la hora de venderlas, además de casos de comunidades que recurren a acciones legales por molestias no previstas en las obras que estaba desarrollando un propietario. "La legalidad no es una opción, sino una obligación”, concluye.
Consejos prácticos para comenzar una obra con seguridad
A la hora de planificar cualquier intervención en casa, conviene detenerse un momento y valorar todos los pasos previos con calma. Consultar a un profesional antes de mover un tabique, renovar una instalación o modificar la fachada evitará errores de valoración que suelen terminar en sanciones o en obras paralizadas.
También es importante tramitar la licencia que corresponda, un trámite que suele resolverse con rapidez cuando se gestiona a través de un técnico. Del mismo modo, informarse sobre si será necesario colocar un contenedor, pedir permisos de ocupación de vía pública o comunicar la actuación a la comunidad te evitará conflictos innecesarios.
Y, aunque las mejoras puramente decorativas suelen quedar fuera de estos requisitos, siempre es recomendable revisar la normativa de cada ayuntamiento para asegurarse. Entender la reforma como una inversión, y no como un simple cambio estético, es clave para proteger la vivienda, su valor y la convivencia con el resto de vecinos.
Fotografías | @extramurs.arquitectura, Freepik
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