Ni lo tires ni lo lleves al tapicero: el truco definitivo para arreglar un sillón hundido

Un secreto casero para conseguir arreglar el asiento de un sillón ya desgastado por el tiempo

El sillón es nuestro imperio romano dentro de la casa. Es nuestro compañero de siestas, de películas de los domingos y tardes de invierno escuchando llover. Nos ha visto reír y llorar con la serie más rara de cualquier plataforma, discutir y abrazarnos. Pero sobre todo, nos ha acompañado a lo largo de todos esos años en que hemos crecido con nuestros hermano en nuestro hogar.

Por eso, con el paso del tiempo puede que ese rey del salón se esté haciendo mayor y, cuando nos sentamos, nos hundimos con él, como si quisiera tragarnos para adentro. El mullido ideal ya no existe y lo que queda es un hueco incómodo que grita “llévame al tapicero”.

Pero, ¿y si te dijéramos que puedes devolverle la firmeza sin necesidad de desmontarlo ni gastar dinero en una reparación profesional? Hoy te traemos un truco casero, sencillo y sorprendentemente efectivo que puede devolverle la vida a tu sillón favorito.

¿Por qué se hunde un sillón?

Antes de pasar al truco, conviene entender qué le pasa a tu sillón. Generalmente, el hundimiento se debe a una combinación de dos cosas:

  • La espuma del cojín se ha comprimido con el uso y ha perdido densidad.
  • La base del asiento (normalmente un entramado de cinchas elásticas, listones o madera) ha cedido, está rota o vencida.

El resultado es una sensación de caída libre cada vez que te sientas. Pero no hace falta desarmar todo ni cambiar la estructura. A veces, la solución está justo debajo del cojín.

El truco: cartón duro o una tabla delgada

Para ello, retira los cojines del asiento y deja al descubierto la base. Ahora, corta una tabla delgada de contrachapado (puede ser de 1 centímetro de grosor más o menos) o, si buscas una solución temporal o más fácil, varias capas de cartón duro bien prensado.

En este punto, coloca la tabla o el cartón justo debajo del cojín, sobre la estructura base. Lo ideal es que ocupe el ancho del asiento y que no se mueva. Por último, vuelve a colocar el cojín encima y siéntate.

La diferencia es inmediata. Ese espacio que antes se hundía ahora está sostenido, y el asiento recupera firmeza y forma. No es una solución definitiva como ir al tapicero, pero puede alargar la vida útil del mueble durante muchos meses (o años) más.

Si tu sofá tiene la base tapizada fija, es más complicado acceder, pero no imposible. Algunas personas han logrado hacerlo deslizando el cartón por una rendija o incluso cosiendo una pequeña apertura en la tela inferior (que luego se puede volver a cerrar con una grapadora de tapicería).

Una vez que hayas arreglado la base, puedes aprovechar para darle un toque nuevo. Una funda de sofá ajustada o un topper de espuma viscoelástica puede mejorar aún más la comodidad y refrescar la estética del mueble sin cambiarlo.

Fotografías | Freepik

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