Esta reforma demuestra cómo la arquitectura puede trabajar con el pasado sin convertirla en un decorado
Hamburgo es una ciudad acostumbrada a convivir con su pasado. En muchos barrios todavía asoman esas masas de hormigón que recuerdan la Segunda Guerra Mundial, pero que hoy han encontrado una segunda vida gracias a proyectos arquitectónicos capaces de transformar lugares oscuros en espacios luminosos y habitables.
En el distrito de Ottensen, uno de esos antiguos búnkeres se ha convertido en un edificio residencial sorprendente, una mezcla de memoria, ingeniería y diseño contemporáneo que demuestra hasta qué punto la arquitectura puede reinterpretar su propia historia.
De pasado como búnker a modernas viviendas
El edificio fue levantado en 1939 como refugio antiaéreo para proteger a mujeres y niños del hospital que había justo enfrente. Tras la guerra, ese enorme cubo de cemento quedó vacío durante décadas, demasiado robusto para ser demolido y demasiado complejo para ser transformado. No fue hasta 2013 cuando comenzó su reconversión en viviendas, un proceso que exigió perforar muros de casi metro y medio de espesor para abrir entradas de luz y ventilación.
La intervención, lejos de suavizar el carácter original, preservó la crudeza material del hormigón, que hoy define la identidad del inmueble y lo convierte en un ejemplo singular de reutilización arquitectónica.
En la quinta planta se encuentra el apartamento protagonista, diseñado por la arquitecta Ruth Kramer con un enfoque muy respetuoso hacia la estructura original. Las paredes apenas han sido alteradas: fueron limpiadas y dejadas tal cual, mostrando cicatrices, textura y color propios del búnker.
Ese aspecto austero convive con una distribución estudiada, donde una estructura ligera de aluminio y cristal separa las zonas sin restarle amplitud al espacio. El suelo continuo de microcemento refuerza la sensación de unidad interior, mientras que los muebles, seleccionados entre piezas de los años cincuenta y sesenta, introducen calidez y un toque de diseño atemporal.
Uno de los logros del proyecto fue dotar al apartamento de luz natural, algo impensable en su estado original. Las aperturas practicadas en los muros permiten que las estancias se inunden de claridad y abren vistas inesperadas hacia los tejados de Hamburgo. La atmósfera resultante combina la contundencia del hormigón visto con la elegancia del mobiliario y la delicadeza de elementos como el baño revestido en mármol y detalles en latón, creando una vivienda contemporánea en la que nada recuerda a un espacio cerrado u opresivo.
Este caso no es aislado. En toda Alemania, y especialmente en Hamburgo, se está produciendo una ola de reconversión de búnkeres que los está transformando en hoteles, centros culturales, espacios comunitarios o viviendas. Uno de los más conocidos es el St. Pauli Bunker, convertido en un complejo híbrido coronado por un jardín urbano que ha cambiado por completo su presencia en el skyline. Según relata The Spaces, estas operaciones tienen un impacto urbano importante, no solo por dar nuevos usos a estructuras difíciles de eliminar, sino por resignificar un legado incómodo que forma parte indeleble del paisaje alemán.
El apartamento de Ottensen representa un tipo distinto de transformación. Es un ejemplo de cómo la arquitectura puede trabajar con la memoria sin convertirla en un decorado, y de cómo lugares diseñados para la protección en tiempos de guerra pueden acabar convertidos en espacios donde la luz, el confort y la vida contemporánea encuentran un hogar.
Fotografías | Welcomebeyond
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