Quién tiene la obligación de reparar las barandillas de balcones y terrazas en una comunidad de vecinos, según la Ley de Propiedad Horizontal

Conocer estos matices ayuda a evitar conflictos y a actuar con rapidez cuando la seguridad está en juego

La conservación y el buen estado de las barandillas de balcones y terrazas es uno de los asuntos que más dudas genera en las comunidades de propietarios. ¿Debe hacerse cargo el dueño de la vivienda o es responsabilidad del conjunto de vecinos? 

La legislación española ofrece una respuesta clara, aunque con matices que conviene conocer para evitar conflictos entre el propietario y la comunidad de vecinos. Por eso, es importante conocer el reglamento, mirar el estado de nuestra barandilla y actuar en consecuencia. 

El mantenimiento y cuidado de la barandilla

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El artículo 396 del Código Civil define las barandillas como elementos arquitectónicos asociados de forma “singular y exclusiva” a una vivienda, ya que delimitan su espacio y son de uso privado. Esta consideración podría llevar a pensar que su mantenimiento depende íntegramente del propietario.

Sin embargo, estas estructuras también forman parte visible de la fachada, y por tanto contribuyen a la imagen exterior del edificio. Por ello, ningún vecino puede modificarlas según su criterio, sustituirlas por modelos diferentes o realizar cambios que alteren la estética común. Cualquier intervención que afecte al aspecto del inmueble requiere autorización de la comunidad.

Pero esta dualidad estética y privada se complica aún más cuando entra en juego su función protectora. Las barandillas son, ante todo, barreras de seguridad, por lo que su deterioro puede suponer un riesgo para quienes habitan el inmueble y para terceros. En este punto, la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) actúa para determinar quién debe intervenir.

Qué debe hacer el propietario

El artículo 9 de la Ley de Propiedad Horizontal establece que cada propietario está obligado a mantener en buen estado su vivienda, incluyendo los elementos privativos de los que disfrute en exclusiva. En el caso de las barandillas, esto implica realizar tareas básicas de conservación como pintarlas periódicamente para evitar la oxidación, revisar anclajes y asegurarse de que no presentan daños que puedan generar problemas al resto de vecinos.

Si por falta de mantenimiento se produce algún desperfecto o accidente, el dueño deberá asumir las responsabilidades y reparar los daños ocasionados. Pero la situación cambia cuando la barandilla presenta un deterioro grave que compromete la seguridad general del edificio. 

En esos casos, el artículo 10 de la LPH obliga a la comunidad a actuar y asumir las obras necesarias para garantizar la integridad del inmueble y la protección de todos los propietarios.

En definitiva, cada propietario debe cuidar su barandilla y asegurar su correcto estado. Pero cuando el deterioro alcanza un nivel que pone en riesgo a la comunidad, es esta quien debe tomar las riendas. La clave está en evaluar si el problema se debe a falta de mantenimiento individual o a un deterioro estructural que afecta al conjunto del edificio.

Imagen de portada | Unsplash

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