Decorar no es llenar paredes, sino entender cómo se mueve la luz y cómo se vive el espacio
En la mayoría de los hogares, el salón es el corazón de la vivienda. Es el espacio donde se descansa, se recibe a las visitas y se comparte la vida cotidiana. Sin embargo, según la arquitecta Emma Guillén (@rusem.ma), muchos salones no funcionan como deberían por un error tan frecuente como poco cuestionado como es la mala colocación del sofá.
“El error más común es colocar el sofá en la pared que no es frente a una ventana”, explica Guillén. Una decisión que suele tomarse de manera automática pero que, en la práctica, tiene consecuencias importantes tanto a nivel estético como funcional.
Cuando el sofá bloquea la luz
Colocar el sillón en una pared que no dialoga con el ventanal principal suele provocar varios problemas encadenados. El primero es evidente, porque se bloquea el paso natural hacia la ventana y se interrumpe la entrada de luz. El salón pierde amplitud visual, se oscurece y deja de aprovechar uno de sus mayores valores arquitectónicos.
Pero el efecto dominó no termina ahí. “Esta mala decisión obliga a colocar la televisión donde no toca”, señala la arquitecta. Al perder el eje natural del espacio, la televisión acaba en paredes secundarias, mal orientada o dominando zonas que deberían quedar libres, lo que genera una distribución forzada y poco cómoda.
La solución
La solución, según Emma Guillén, no pasa por comprar muebles nuevos ni por realizar grandes reformas. A menudo, basta con replantear la distribución desde cero. “La clave está en girar la distribución, liberar el ventanal y crear un eje limpio con la luz hacia ti”, explica.
Cuando el sofá se orienta correctamente, el salón se transforma. El espacio se vuelve más abierto, más equilibrado y, sobre todo, más habitable. La luz deja de ser un elemento lateral para convertirse en el verdadero protagonista del ambiente.
Este eje visual limpio, desde la entrada de luz hacia la zona de estar, aporta sensación de orden, amplitud y calma. “Esto lo cambia todo”, afirma Guillén, y no es una exageración, porque un simple giro puede hacer que un salón parezca más grande, más luminoso y mejor pensado.
Fotografías | Vía @rusem.ma
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