Integrarlo en un baño, un armario o una terraza puede cambiar por completo la rutina de la colada
Hacer la colada no debería implicar recorrer media casa cargando ropa, detergente y paciencia. Sin embargo, en muchos pisos sigue siendo una tarea fragmentada, con algo de improvisación y poco práctica, más cercana a una romería doméstica que a una rutina eficiente.
Durante años, la lavadora se ha instalado casi por inercia en la cocina. No por ser el mejor lugar, sino por falta de alternativas, y por concentrar entrada de agua y desagüe. Esta ha sido siempre una decisión funcional en apariencia que, con el uso diario, acaba generando incomodidades evidentes.
La arquitecta Marta Montecucco lo tiene claro y lo repite a menudo en sus redes sociales: tener un lavadero en casa es clave para simplificar la colada, pero la cocina no debería ser su destino natural.
Según explica en sus publicaciones, el primer paso es entender que la lavandería no necesita una habitación propia. Lo importante es agrupar funciones para ahorrar tiempos, como lavar, secar y guardar, y hacerlo en un espacio coherente, aunque sea reducido.
El baño, zona ideal
Una de las soluciones que más utiliza en sus proyectos es integrar la lavadora y el resto de elementos en un baño. Es un espacio húmedo, con tomas de agua y desagües ya resueltos, y mucho más lógico para fregar una prenda puntual que el fregadero de la cocina.
En el pasillo
Otra opción cada vez más habitual es crear un pequeño lavadero dentro de un armario en el pasillo. Bien diseñado, queda completamente integrado y permite reducir desplazamientos entre la ropa sucia y la limpia, algo que en el día a día se nota.
En rincones de terrazas
Las terrazas y galerías también entran en juego cuando el clima y la normativa lo permiten. Aprovechar un rincón exterior para la colada libera espacio interior y separa visualmente una tarea funcional del resto de la casa.
Montecucco insiste en que no hay soluciones universales. Cada vivienda tiene condicionantes distintos y lo fundamental es estudiar bien el espacio disponible antes de decidir dónde colocar la lavandería.
Optimizar cada centímetro, pensar en recorridos lógicos y evitar decisiones heredadas, como llevar la lavadora directamente a la cocina, puede convertir la colada en una tarea mucho más sencilla y menos invasiva para la vida diaria.
Fotos | Pexels y @maostudio
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