Una idea sencilla y decorativa para transformar un utensilio en desuso en un adorno único
Una sartén o cacerola vieja suele terminar en la basura en cuanto aparece una nueva en la cocina. El desgaste, las manchas y el paso del tiempo hacen que pierda su uso original, pero no su potencial decorativo. Con una idea de reciclaje creativa, este utensilio puede reconvertirse en una jardinera para colgar plantas en la pared y sumar un toque original al hogar o al jardín.
La propuesta llega de redes sociales, con ideas como las de la creadora de contenido de @igrowflow o el canal de YouTube "Amando mi casa" o, donde explican cómo transformar un sartén en un adorno resistente y decorativo.
Sartén y pintura
El proceso comienza reuniendo dos materiales imprescindibles: la sartén en desuso, pintura de diferentes colores, cuerdas para colgarla y, si las plantas se quieren colocar en vertical, una malla de alambre hexagonal que haga de tope (conocida como malla gallinera). Esta malla será la encargada de formar el bolsillo donde irán las plantas.
El primer paso consiste en lavar bien la sartén y después pintarla con los colores elegidos, dando paso a un recipiente que nada tiene que ver con el original. . Si la sartén está muy deteriorada, es un buen momento para renovarla con pintura en aerosol.
Se puede usar un color mate, que aporta un acabado elegante y moderno tanto al metal como a la propia malla, aunque también puede decorarse con motivos más alegres que vayan de acuerdo con la decoración del espacio.
En el caso de querer colocar una malla, hay que medir la malla para cubrir aproximadamente la mitad del sartén y recortarla dejando un pequeño excedente. Ese sobrante permitirá doblarla y asegurarla en el borde, pegándola con algo tan sencillo como plastilina, que soportará el peso de las pequeñas plantas.
Acto seguido hay que aprovechar los agujeros de la sartén o, mejor todavía, sus asas si se trata de una sartén sopera, para atar cuerdas en sus extremos y convertirla en una bonita sartén colgante.
Kalanchoe, suculentas y crasas
El siguiente paso es preparar el interior. Para evitar que la tierra se escape entre los huecos de la malla, conviene forrar la base con una capa de musgo. Después solo queda añadir las plantas elegidas. Se pueden usar pequeñas variedades de kalanchoe, pero pueden emplearse suculentas, crasas u otras especies que requieran poco sustrato.
El resultado final es una jardinera vertical con un aire rústico y elegante, ideal para paredes exteriores, balcones o rincones interiores con buena luz. Un objeto destinado al descarte que encuentra una segunda vida decorativa con pocos materiales y un toque creativo.
Foto | @igrowflow/Tik Tok
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