Cocinas en serie: Mujeres desesperadas (I)

Cocinas en serie: Mujeres desesperadas (I)
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Mujeres desesperadas cuenta con unos decorados impresionantes: seis casas alineadas en una, en apariencia, idílica calle, una por cada una de las mujeres protagonistas. Como no podía ser de otra manera sus cocinas se salen del marco en un derroche de espacio y equipamiento, y es en ellas donde se guisan venganzas, trapicheos y pequeños golpes de estado familiares.

Estas cocinas son un verdadero sueño; les sobra el espacio, hay sitio para cada cosa, están sabiamente abiertas e integradas con el resto de la casa… si decimos que son meros decorados pincharemos el globo de la ilusión, y no estamos dispuestos a ello.

En la quinta temporada, Bree van de Kamp se ha convertido en una empresaria de éxito y dirige su catering desde el garaje de su residencia, reconvertido en una impresionante cocina-taller.

Cocina taller de Bree

En esta cocina no falta ningún detalle, parece hecha a la medida de su obsesión por el perfeccionismo. En claro contraste con su cocina privada, clásica y anodina, este es un espacio en el que el color está muy presente, tanto en las paredes, teñidas de un suave color azul, como en los muebles de un alegre verde manzana.

Cerca de la entrada hay una zona de recepción, un pequeño despacho en el que Bree recibe a sus clientes parapetada tras una gran mesa de despacho.

Entrando ya en harina vamos a visitar el centro neurálgico del negocio, allá donde se cuece la acción. El centro de la cocina está ocupado por una gran isla en la que se encastran parte de los fogones. Alrededor de ella, una paraíso de encimeras y armarios dispuestos de manera práctica preparados para trabajar en grandes banquetes.

Taller de Bree

En una de las paredes encontramos una cocina de gas con horno incorporado, quizá un rincón donde preparar guisos de menores dimensiones. A los lados dos neveras con diferentes funciones, una es el típico frigorífico americano de acero inoxidable, y la otra un refrigerador de puerta transparente en el que conservar piezas de gran tamaño como pasteles y ramos de flores.

A su lado, junto a la ventana, una mesa alta permanece despejada para crear fantasías con flores, lazos y demás complementos. Un panel de corcho muestra parte del trabajo de Bree, en unas imágenes sospechosamente ordenadas.

Taller de Bree


Taller de Bree

Seguimos dando la vuelta a la cocina para encontrar la zona de fregadero, en la que se han dispuesto una serie de estantes en los que guardar en armonía menaje, libros y alimentos. Un doble horno se sitúa en columna en uno de los costados. La combinación de colores junto a la madera ofrece un conjunto muy agradable a la vista.

Cocina de Bree


Cocina de Bree

Por contra, la cocina de la casa de Bree es muy clásica y casi hasta aburrida con muebles en tonos marrones y encimeras relucientes. Es aquí donde su obsesión por la pulcritud y la perfección encuentran su punto álgido.

Nunca hay nada fuera de lugar y siempre se presenta obsesivamente ordenada. Sobre la isla central un colgador de sartenes exhibe unos bellos ejemplares de cobre, cómo no, resplandecientes.

Cocina de Gabrielle

Gabrielle Solís es otra cosa, frívola y poco interesada en las tareas de ama de casa, su falta de solvencia económica y la llegada de la cigüeña la ha confinado entre cuatro paredes. Su cocina no es menos interesante, decorada en tonos ocre y blanco resulta muy elegante.

El núcleo central es una barra que hace las veces de bar y separa la zona de cocción del office, sobriamente resuelto con unos muebles de madera tallada de aspecto regio. Este está situado junto a un amplio ventanal vestido con cortinas en color vino e iluminado con una araña con pantallas a juego.

Cocina de Gabrielle

Tras la barra, los fogones cuentan con una campana extractora incrustada en un soberbio marco que asemeja una gran chimenea y las paredes están revestidas de gresite en tono negro con detalles en blanco.

Sorprende el suelo, una tarima de madera poco apropiada para una cocina, pero recordemos que aquí no importa demasiado, al fin y al cabo es todo atrezzo...

Cocina de Eddie

Y tras tocar la puerta y esperar a que nos abran, entramos en la cocina de Eddie Britt, con un pastel entre las manos para darnos a conocer como buenas vecinas. Una estancia que se antoja tan fría como ella aparenta ser. Una cocina muy funcional en la que nos cuesta encontrar un asomo de calidez.

Inevitablemente volvemos a encontrar una isla central, para agitar la envidia colectiva. En el centro se encastra el fregadero, enfrentado a los fogones, una disposición muy acertada y práctica. Nuevamente reparamos en un detalle chivato que nos delata que estamos ante una estancia ficticia: la cocina carece de campana, sobre los fogones únicamente una ventana con unos impolutos visillos ofrece desahogo para los malos humos.

Imágenes vía | Abc, TvYahoo
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