Casas poco convencionales: vivir en el desierto (II)

Casas poco convencionales: vivir en el desierto (II)
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Si, ya de por si, es poco convencional construirse una casa para vivir en el desierto, mucho menos lo es si, además, no nos limitamos a encargarla, sino que la montamos nosotros mismos, como si de una estantería Billy se tratara.

Hay que tener mucha confianza en tus habilidades para embarcarte en semejante proyecto (y amigos que te deban favores), pero por lo visto no le faltaba ninguna de las dos cosas a este matrimonio estadounidense. Así que eligieron un sistema de construcción a partir de elementos prefabricados, diseño de Taalman Koch, y se pusieron manos a la obra.

Para algunas partes del proceso necesitaron contratar a profesionales, como para los cimientos y parte de la fontanería y la electricidad. Pero la mayor parte del trabajo la realizaron solitos, con ayuda de algunos amigos. Veamos que tal ha ido el proceso.

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Como es lógico, había que empezar por preparar los cimientos, junto con el sistema de fontanería y la calefacción, que es a través de suelo radiante, por lo que debe ir embebida en la solera.

En las imágenes se puede ver como se ha replanteado la casa sobre el solar con spray naranja. Luego se han cavado las zanjas que, una vez rellenadas de hormigón, se convertirán en los cimientos, ya que se han realizado justo donde luego irán los pilares y el vidrio.

También se ha preparado el abastecimiento de agua, para ello han colocado una gran cuba sobre el montículo que hay tras la casa, escondida entre los árboles. Con una capacidad de 9500 litros, y teniendo en cuenta que si se controla un poco el consumo, el gasto de agua es de unos 50 litros por persona y día, necesitan que un camión cisterna venga a rellenarlo una vez al trimestre.

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Una vez listas las zanjas, se ha delimitado el perímetro con tablones de madera, que sirven para que el marcar la altura hasta la que se debe rellenar con hormigón y para evitar que este se salga por los lados. Es lo que se conoce como un encofrado abierto.

Pero antes de hormigonar, había que preparar el sistema de calefacción, para ello se dispuso un aislante térmico especial, que hacía las veces de aislante, barrera corta vapor y reflector, para devolver el calor del suelo radiante a la casa.

Después, se colocaron los tubos de pvc. Para darles forma y mantenerlos en su sitio, utilizaron presillas, con las que los ataban a unas barras de acero que, de paso, haría las veces de armadura de reparto, para evitar que la solera se agriete con los cambios de temperatura y humedad.

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Ahora ya solo queda verter el hormigón. Esto se suele hacer en varias tongadas, para poder repartirlo bien, vibrarlo (literalmente) para que no se formen oclusiones de aire en su interior, nivelarlo y, por último, pulirlo antes de que fragüe. Para rellenar la solera hicieron falta unos 140 metros cúbicos de hormigón.

Muy bien, todo listo diréis. Pues no, ahora viene el trabajo más importante y más delicado, el curado. Aunque el hormigón fragüe -- es decir, se seque y pase al estado sólido -- en unas pocas horas, tarda 28 días en adquirir la resistencia mecánica con la que se ha calculado la estructura. Para que todo vaya bien, lo idea es regar el hormigón con frecuencia durante esas cuatro semanas, especialmente la primera, para que el proceso sea progresivo y el hormigón no se "seque por dentro" demasiado rápido.

Así que mientras la solera adquiere poco a poco su capacidad portante, nos tomamos un descanso y el próximo día volvemos con fuerzas para colocar la estructura.

Vía | iT house blog Más información | iT house, Taalman Koch En Decoesfera | Casas poco convencionales: vivir en el desierto (I)

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