Meg Ryan, la chica fresca de ojos ingenuos y morrito dulzón que se empachaba con un desayuno a base de quesos franceses en French Kiss, alquila su casa de Bel Air. Es lo que tienen las estrellas de Hollywood, que siempre tienen una casa en venta o alquiler que echarse a la boca.Y mientras ellos alquilan, nosotros aprovechamos para colarnos en su interior y tomar buena cuenta de lo que allí dentro se cuece en decoración.
La casa es de estilo español, y al parecer poco o nada es lo que la actriz la ha disfrutado, pues según señala Idealista, la compró en 2009 y poco tiempo después intentó venderla. A pesar de esto, la vivienda está completamente decorada y acondicionada, nada hace sospechar que apenas haya sido disfrutada por su propietaria.
En el interior de la casa destaca su luminosidad, acentuada por la elección del blanco para vestir las paredes. El salón está separado de otras estancias tan solo por dos arcos, dejando que la luz que entra por los amplios ventanales se filtre al resto de la planta baja. Los muebles de descanso, sillas y sofás, son blancos inmaculados, tan solo acompañados por algún complemento en madera oscura.
Para romper con tanta uniformidad e imprimir un aire algo más clásico a la estancia, las ventanas se dibujan también en madera, y se muestran desnudas, sin cortinas que filtren el sol. La pequeña zona de comedor se presenta algo más rotunda, con un conjunto de sillas y mesa en madera de aspecto pesado que se reúnen cobijados por un ventanal en chaflán. Una lámpara de fuelle roja se convierte en punto de atracción suspendida del techo, un necesario punto de color en un comedor algo anodino.
El dormitorio se ampara bajo un impresionante techo de madera en el que las vigas se entrelazan formando cuadros. La cama, enorme, aparece en mitad de la estancia, flanqueada por varios bancos tapizados en capitoné. A un lado vemos una chimenea con embocadura de piedra, y al otro, un ventanal en el que se han colocado unas sutiles cortinas para tamizar la luz durante el sueño.
En una estancia que suponemos contigua al dormitorio, sillones tapizados en terciopelo se abren al exterior para desembocar en un porche de madera en el que descansar a la sombra. Sorprende un incomprensible conjunto de grandes jarrones colocados en una de las esquinas, en un degradado de color verde agua y con una función meramente decorativa.
La cocina está preparada para trabajar sin complejos, con grandes encimeras y fogones industriales. Una isla central marca el espacio y alrededor de ella se organiza la estancia. Al fondo hay una zona dedicada a exponer cuadros y recuerdos, que intenta dar un aire hogareño.
En el exterior, la piscina nace entre un empedrado algo rústico, y se enmarca en un jardín cuidado pero con un punto salvaje, en el que se aprovecha unos de los porches para habilitar una zona de comedor espartana vestida con una mesa y dos bancos corridos de madera.
Vía | Idealista
Imagen vía | Mxlabs
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